En México, preocupa la reforma educativa, ya que el discurso de la 4T no puede sostenerse si no se aumentan los recursos a la educación pública, en razón de que de continuar con la tendencia vigente, se estaría “entrampando” el proceso de transición rumbo a la gratuidad de la educación superior.
También hay preocupación por el aeropuerto, ya que no están completos los estudios de Santa Lucía y se teme que pudiera haber circunstancias irremediables y lo que en general también preocupa, es el área económica ya que no se ve claro cómo se va a llegar a las altas expectativas en las que el Presidente ha insistido.
Para amainar las múltiples preocupaciones de los mexicanos "Yo tengo otros datos”, ha sido una de las frases recurrentes en la carrera de Andrés Manuel López Obrador. Los tenía cuando era Jefe de Gobierno capitalino, los tuvo muchas veces como candidato a un puesto de elección popular. Y ahora los tiene como Presidente de la República.
Ha sucedido con temas varios: el costo de obras de infraestructura, los índices delictivos y, más recientemente, con la medición de la dinámica económica y con las expectativas de crecimiento para el futuro.
La preocupación se incrementa ya que, dentro de muchas otras cosas, para alcanzar la gratuidad de la educación superior, no basta con buena voluntad, se requiere que el País entre en una etapa de crecimiento económico, a la par de que se definan reglas claras y se asignen recursos suficientes.
Más allá del "Yo tengo otros datos”, si la inversión pública es escasa y está detenida, si el gasto no genera demanda efectiva, si los recortes de personal disminuyen esa demanda y si la incertidumbre empresarial detiene decisiones de inversión, las condiciones están dadas para que la economía no crezca.
Contrario a la realidad, el Presidente cree que la economía no se ha desacelerado, que podrá crecer a un promedio anual de 4 por ciento y alcanzar cuotas de 6 por ciento al final de su sexenio.
Pero por ahora es sólo su creencia y los datos, de diversos expertos, apuntan a un crecimiento como los que hemos tenido en años anteriores, sin que haya factores, como la inversión, que apunten a una mejoría.
Ante un futuro forjado en datos que “no tiene el Presidente”, o ¿quizás sí?, de un futuro nada halagador, en el tema de la gratuidad de la educación superior, no deben de “echarse campanas al vuelo”, ya que la insuficiencia económica podría generar que la ley correspondiente ocupe el rubro de “letra muerta”, creando un grave problema social, al romper la esperanza de padres de familia y aspirantes a educación superior que pensaron firmemente en que su futuro profesional, en base a la educación, no se truncaría ya que más que como una promesa, a largo plazo, tomaron lo de la gratuidad de la educación superior como un acto de inmediata implementación .