igurines humanos, modelando orgullosos sobre las pasarelas del mundo de las modas y modos de vida, se ufanan de representar lo mejor de las sociedades que vienen en acelerada decadencia, sin embargo, no se inmutan ante las críticas que se les hacen, mantienen el control personal frente al descontrol social que sus actitudes promueven, son personajes pretenciosos de sus codicias y avaricias, ya que han sido y están preparadas para asumir el papel sin sentir culpas ajenas de los otros integrantes de una especie que los consideran ejemplos a seguir, aunque en paralelo los vilipendien ante lo que observan.