bcecados reduccionistas respecto del papel dañino que representa la especie humana, dentro de la esfera universal de sucesos y acontecimientos producidos a nivel espacio-temporal, al limitarla a cumplir la función depredadora y destructora correspondiente, asimilándola a un virus, bacteria, hongo o animal irracional, por el simple hecho de estar inmersa y actuando sin capacidades distintas al del observador pasivo que mira como voyerista excitado, oculto ante los actos que escoge ver, minimizando a la inteligencia, al razonamiento y la conciencia, pues para ellos no tienen incidencia de control o solución sobre los eventos que sus propios pensamientos, deducciones y análisis le indican que se deben corregir o mejorar, justificando su absurda consideración al sugerir que solo está la especie ejerciendo una actuación dada por las leyes de un destino superior, entre las cuales ningún ser humano tiene injerencia, luego han de aparecer espontáneamente en el escenario natural, sin haberlo previsto nadie, violentos e insensibles personajes tipo Stalin, rey Leopoldo II, Pol Pot, Bolsonaro, Uribe, Milei y tantos otros inhumanos antisociales parecidos, quienes solo son representaciones físicas de sencillas reacciones obvias, decantadas tras seguir los lineamientos a unas partituras biológicas y genéticas que se expresan sin necesidad de propósitos distintos al de ocupar la dimensión en la que existimos, ya que nada se puede cambiar, porque somos designios del azar en su afán de maquillar la realidad, demostrando la incapacidad manifiesta de una especie singular, queriendo dejar sin piso, con esta forma de interpretar la realidad, que cualquier alternativa de reformarla y superar la imbecilidad, hasta ahora en ejercicio sobre la faz del planeta, es inconcebible enfrente de muchos otros individuos que fervientemente creemos en que cambiarnos es totalmente factible y posible para proponernos contener tanta estupidez y unificarnos alrededor de criterios armoniosos y equitativos.