on demasiados los seres humanos capaces de alcanzar a confundir, incluso llegando a comparar, a un rey de reyes con la ley de leyes con la que se construye la realidad, siendo que son dos universos antagónicos, además de estar demasiado alejados de la simple comprensión de un asunto, que aunque terrenal, es colateral a la toma de lugar dentro del cosmos intelectual, en el cual se movilizan las neuronas de personas especializadas en generar ideas que provean soluciones para un planeta embrollado con criaturas adversas a la evolución natural, siendo estas últimas precisamente las que siempre están predispuestas a esperar la orden o la señal que les den los antisociales que han escogido para seguir incondicionalmente, seres investidos de títulos rimbombantes, sin siquiera considerar que son unos avivatos, aprovechándose de la condición de confiados con que los están conduciendo y condicionando para llevarlos hacia ningún parte, un lugar imaginario e ideal en la que puedan esperar multiplicar sus imposturas financieras temporales a través de las inculturas en que basan sus poderes.