La impuntualidad esconde razones fisiológicas, psicológicas y sociales. Cada persona tiene una percepción del paso del tiempo.
Diversos experimentos constaron que los impuntuales crónicos no perciben el tiempo de la misma manera que quienes acostumbran a ser puntuales, destaca la periodista Mayte Rius del diario español La Vanguardia.
"En realidad, como el tiempo es algo que no existe, siempre se procesa de forma subjetiva, y hay muchas variables internas y externas que modulan esa percepción subjetiva", explica Judit Castellà, investigadora de la UAB especializada en memoria, atención y percepción.
Si bien en algunos casos la impuntualidad es simple y llana desconsideración, la ciencia ha detectado variables que pueden justificar esta conducta: "desde la edad, la personalidad, el estado de ánimo, los fármacos, la temperatura o los desórdenes psiquiátricos hasta la complejidad de la tarea que hacemos, la cantidad de información y estímulos que recibimos, la familiaridad o si recibimos estímulos auditivos o visuales", detalla la especialista.
Y vos, ¿qué tipo de impuntual sos?
El distraído. Hay personas olvidadizas, propensas a la distracción, con déficit o falta de atención, que no prestan suficiente atención al paso del tiempo, no tienen una percepción realista de él y les cuesta gestionarlo.
El optimista. Algunos subestiman el tiempo que les costará realizar una tarea o sobreestiman sus recursos para cumplirla en un determinado plazo y siempre planean demasiadas cosas para hacer en un tiempo concreto y acaban concatenando retrasos.
El maleducado. A veces la impuntualidad es una conducta aprendida en casa porque los padres siempre fueron impuntuales, reforzaron ese comportamiento y no le dijeron que es importante no llegar tarde.
El narcisista. Considera que puede llegar tarde porque está por encima de los demás, y utiliza el control del tiempo y el retraso como una forma de imponerse.
El histriónico. Le gusta llegar tarde, que todos lo estén esperando, para llamar la atención, para ser el centro de la reunión. Los psicólogos relacionan este tipo con personas inmaduras y baja autoestima.
El fóbico social. Hay personas que prefieren llegar tarde para asegurarse de que ya se habrá reunido un grupo, habrá comenzado la interacción social, y no serán ellos quienes tengan que iniciar las conversaciones a medida que llegue el resto.
El obsesivo-compulsivo. Algunas personas se obsesionan con comprobar tantas cosas antes de salir de casa ¬el gas, la luz, el agua, las puertas...¬ que siempre llegan tarde a sus citas.
El perfeccionista. Pasa horas y horas acabando sus tareas, le cuesta dar por finalizada una para pasar a la siguiente, y eso le ocasiona dificultades para gestionar bien el tiempo.
El depresivo. Le falta decisión y energía para realizar todas las tareas programadas, le da pereza salir de casa, no sabe qué ponerse, qué transporte elegir, y su indecisión y ambivalencia le hacen llegar tarde (o incluso no llegar) a muchas de sus citas.
El postergador. Hay impuntuales que necesitan adrenalina para hacer las cosas, que necesitan sentir la presión de deber terminar todo en el último momento.
El relativista. Es el que aduce que "quince minutos no son para tanto" y expresa su disconformidad con "la rigidez" de los otros.
Fuente: www.mdzol.com