La autoestima es una serie de creencias o sentimientos hacia nosotros mismos, las percepciones que tenemos de nosotros. La manera como nos definimos influye en nuestras motivaciones, actitudes y comportamientos, e influye en nuestra respuesta emocional.
Los patrones de autoestima empiezan muy pronto en la vida. Por ejemplo, un niño pequeño que aprende a hacer algo nuevo experimenta un sentimiento de logro que refuerza la autoestima. Aprender a darse la vuelta después de un montón de intentos fallidos enseña a un bebé una actitud de “puedo hacerlo”.
El concepto de éxito como consecuencia de la perseverancia empieza pronto. Cuando los niños intentan algo, fracasan, prueban de nuevo, fracasan otra vez y finalmente lo consiguen, se forman ideas sobre sus propias capacidades. Al mismo tiempo, están creando un concepto de ellos mismos basado en las interacciones con otras personas. Por eso, la implicación parental es fundamental para ayudar a los niños a formarse percepciones de ellos mismos sanas y verdaderas.
La autoestima también puede definirse como sentimientos de capacidad combinados con el sentimiento de ser amado. Un niño que es feliz cuando logra algo, pero no se siente querido, puede llegar a experimentar baja autoestima. De la misma manera, un niño que se siente amado pero que duda de sus capacidades puede también acabar sintiendo baja autoestima. Para desarrollar una autoestima sana, se necesita alcanzar un equilibrio correcto.
¿Cómo pueden ayudar los padres y madres a fomentar una autoestima sana?
Ponga atención en lo que dice. Los niños son muy sensibles a las palabras de los padres y madres. Recuerde elogiar a su hijo no sólo por el trabajo bien hecho, sino también por el esfuerzo. Pero debe ser sincero. Si su hijo no fue admitido en el equipo de fútbol, evite decir algo como “Bueno, la próxima vez trabajarás más y lo conseguirás”. En vez de esto, dígale algo como “Bueno, no entraste en el equipo, pero estoy orgulloso del esfuerzo que has hecho”. Reconozca su esfuerzo y el trabajo realizado en vez del resultado.
Sea un modelo positivo. Si usted es excesivamente duro con usted, pesimista o no realista sobre sus capacidades y limitaciones, su hijo acabará siendo su reflejo. Cuide su propia autoestima y su hijo tendrá un buen modelo a seguir.
Identifique y corrija las creencias erróneas de su hijo. Es importante que los padres, madres o cuidadores primarios identifiquen las creencias irracionales que tienen los niños sobre ellos mismos, tanto si tienen que ver con la perfección, su atractivo, capacidad u otros aspectos. Enseñar a los niños a establecer criterios más precisos y a ser más realistas al evaluarse les ayudará a desarrollar un concepto más saludable de ellos mismos. Las percepciones erróneas de ellos mismos podrían fijarse y convertirse en una realidad para los niños. Por ejemplo, un niño o niña que va bien en la escuela pero tiene dificultades con las matemáticas podría decir: “No puedo con las mates. Soy un mal estudiante”. Esto no es sólo una falsa generalización, es también una creencia que predispondrá al niño o la niña al fracaso. Hazle notar a tu hijo que esa es una generalización de pensamiento. Una respuesta útil podría ser: “Eres un buen estudiante. Vas muy bien en los estudios. Las matemáticas es sólo una asignatura a la que necesitas dedicar más tiempo. Trabajaremos juntos en ello”.
Sea espontáneo y afectuoso. Su amor puede ser enormemente importante para estimular la autoestima de su hijo. Abrácelo y dígale lo orgullosa u orgulloso que está de él. Déjele una nota junto a su cama que diga “¡Eres maravilloso!”. Elógielo con frecuencia y de manera honesta, sin exagerar. Los niños saben reconocer cuando algo sale del corazón.
Hágale comentarios positivos y precisos. Comentarios como “¡Siempre acabas perdiendo el control!” hará que su hijo sienta que no tiene control sobre su emoción y su conductas. Un comentario más adecuado sería: “Te has puesto muy enojado con tu hermano. Pero qué bien que no le has gritado ni le has pegado”. De este modo reconoce los sentimientos de su hijo, le recompensa por la elección que ha hecho y le anima a que la próxima vez elija actuar de la misma manera.
Cree en su casa un ambiente de seguridad y amor. Los niños que no se sienten seguros o son víctimas de malos tratos en su hogar sufrirán inmensamente de baja autoestima. Un niño o niña que es testigo repetidamente de las discusiones y peleas de entre padre y madre puede volverse depresivo y retraído. Esté atento también a los signos que puedan revelar malos tratos de otros, problemas en la escuela, dificultades con los compañeros y otros factores que pueden afectar la autoestima de los niños. Aborde estos temas con sensibilidad pero sin demora. Y recuerde siempre respetar a sus hijos.
Ayude a los niños a participar en experiencias constructivas. Las actividades que favorecen la cooperación en vez de la competencia son especialmente valiosas para fomentar la autoestima. Por ejemplo, los programas de tutoría en los que un chico mayor ayuda a uno más pequeño a aprender a leer pueden hacer maravillas para los dos.
Si sospecha que su hijo tiene baja autoestima, considere solicitar ayuda profesional. La terapia puede ayudar a los niños y niñas a aprender a verse a ellos mismos y al mundo de manera más positiva. Cuando los niños se ven a ellos mismos de una manera más realista, pueden aceptar quiénes son realmente. Con un poco de ayuda, los niños pueden desarrollar una autoestima sana para tener una vida más feliz y plena.
Fuente: accesalud.femexer.org