Existe algo peculiar en el hecho de introducir un mensaje en una botella y lanzarla al mar. Una mezcla de esperanza y suerte se funden con las letras de la carta que escribe el autor antes de depositarla en algún océano para que sea su destino quien la guíe. Poco podían imaginar los soldados del 40 batallón de las fuerzas imperiales australianas, Charles Frederick Reid y Michael Leo Connors, que aquel mensaje que lanzaron el 4 de mayo de 1919 a las aguas del Estrecho terminaría llegando a su destino, el estado de Tazmania en Australia, aunque con casi un siglo de retraso.
La traducción del mensaje que por entonces escribieron los dos soldados que regresaban a su casa después de participar en la I Guerra Mundial dice así: "Al mar. Con los mejores deseos y elogios de los muchachos del 40 Batallón australiano de fuerzas imperiales. Si cualquier persona encuentra esta nota, por favor escriban a cualquiera de los que firman. Tasmania. Australia".
Casi un siglo después, la nota se ha convertido en la "anécdota" de la colección Huellas de la Gran Guerra, que expone el Archivo General de Andalucía en Sevilla con motivo del centenario del conflicto bélico, según explica Francisco Trujillo, del departamento de Gestión Documental del Archivo andaluz.
"Es un tema menor dentro de la exposición", añade Trujillo, "una casualidad que apareció durante la preparación de la exposición, pero que ha llamado mucho la atención".
La carta fue encontrada entre los documentos y pertenencias del arqueólogo Jorge Bonsor, que donó su colección al Ayuntamiento de Mairena del Alcor (Sevilla) quien a su vez entregó hace unos años el material al archivo andaluz para que lo catalogase. Fue durante este trabajo cuando apareció la misiva.
"Sabemos que la carta fue enviada el 4 de mayo de 1919 porque está fechada. Creemos que los soldados la lanzaron cerca del Estrecho cuando regresaban a casa desde Inglaterra camino de Suez en el barco 'Karagola'. Les debió parece algo divertido lanzar un mensaje en una botella", cuenta.
El mensaje fue encontrado en la costa gaditana por una persona que "a su vez lo entregó al arqueólogo Jorge Bonsor, uno de los pocos ingleses que debía haber por la zona y que se encontraba trabajando en el yacimiento arqueológico de Baelo Claudia".
Bonsor era un gran coleccionista y guardó el hallazgo. Tiempo después, "compró un castillo en Mairena del Alcor, donde vivió con su mujer, y creó un museo con todos sus hallazgos". Trujillo apunta a este interés por conservar los documentos como uno de los principales factores de que aún se pueda leer la carta.
"Nos pareció tan llamativo el descubrimiento que decidimos publicarlo en Facebook y ponernos en contacto con el Ejército australiano", añade Trujillo. Así fue como el mensaje llegó finalmente a su destino. "Es increíble como la carta ha tardado casi cien años en llegar y en cambio nosotros recibimos respuestas casi de forma inmediata".
Trujillo destaca el interés que ha mostrado el Ejército australiano. "Nos facilitaron toda la información de la que disponían, desde los nombres hasta sus expedientes militares y el contacto de la familia". Gracias a las nuevas tecnologías y a la complicidad en las gestiones, los "mejores deseos" que enviaron aquel mayo de 1919 estos dos soldados pudieron llegar finalmente a casa.
Fuente: www.lavanguardia.com