Por José Antonio Lizana A.
Claudio Bravo está feliz. Levanta la copa y también la voz para decir que los únicos que creían en el equipo eran los propios jugadores y que muchos lo querían jubilar antes de tiempo. Y cuánta razón hay en las palabras del capitán, porque eran muy pocos los que apostaban por un nuevo título, pero siempre han sido más los que condenan y crucifican ante un traspié.
Juan Antonio Pizzi asumió en la emergencia en febrero y por Clasificatorias aprobó en sus dos primeros confrontes ante Argentina en Santiago y Venezuela en Barinas. Sin embargo, el proceso recién se podría dar por iniciado en mayo con el amistoso ante Jamaica, donde se buscaba una línea futbolística y donde se cayó por 1 a 2 en Viña del Mar. A “Macanudo” no se le exigía llegar con el trofeo desde los Estados Unidos, pero de acuerdo a las competencias de su escuadra, tampoco era tan utópico alcanzarlo.
El debut en la Copa América Centenario fue ante una Argentina que no tuvo misericordia con los yerros del combinado criollo, y sin Lionel Messi se impuso por un contundente 2 a 1. Los agoreros ya le contabilizaban cuatro derrotas en cinco partidos a Pizzi y le enrostraban uno de los peores rendimientos iniciales de la historia. El fútbol seguía extraviado ante Bolivia y sólo un penal en las postrimerías del encuentro salvó del bochorno al elenco criollo. El despegue llegó ante Panamá con las sobresalientes actuaciones de Alexis Sánchez y Eduardo Vargas.
El Campeón de América despertó ante México en Cuartos de Final, y con su mecánica perfecta embelesó al planeta fútbol. Fueron siete tantos que se convirtieron en la legítima credencial para candidatearse al título. Alexis Sánchez igualó a Iván Zamorano en la tabla histórica, y Eduardo Vargas a David Arellano con cuatro dianas convertidas en un partido y a Enrique “Cua-Cua” Hormazábal con diez tantos en torneos de este rango. Fuenzalida y Puch, en tanto, se ganaban un lugar en el croquis de Pizzi.
A esas alturas del campeonato, el ex delantero de Rosario Central ya había tomado con mano firme el timón de la “Roja” y lo conducía a la gran final, tras derrotar a Colombia y dejarlo nocaut en menos de quince minutos. La historia se repetía ante Argentina después de 359 días, pero ningún encuentro es literal a otro, y a pesar de la caída en el primer partido del torneo, este era el más importante y el que daba el premio mayor. Había que dejar la vida en la cancha y ganarlo hasta chocar con un poste, también haciéndole una que otra faltita al mejor del mundo. Había que ganarlo con la mejor tapada de la copa y con una arenga de campeones. Y por último había que ganarlo con la chispeza de chileno y con la astucia de un gato.