Decía hace unas semanas que intuía unas navidades sangrientas, ahora lo confirmo. Desde el Viernes hasta hoy Martes, cuatro mujeres han sido asesinadas por sus parejas, ex-parejas, amigos enfermos de celos etc, Madres alguna de ellas, pero sobre todo mujeres. El bocado asesino de los bastardos malnacidos que no dudan en dar la dentellada fatal con tal de que su ego y su género no se vea afectado. Lo hacen escondidos cobardemente entre las sombras y esquinas de la calle. En el descansillo del portal, o en su propia casa, incluso delante de los propios hijos. No se cortan, les da igual y a las pruebas dramáticas me remito. Los asesinos no tienen bandera, ni país y ni tan siquiera clase social. Están entre y con nosotros. Y cuando su nombre o su cara sale como verdugo del ultimo acto abyecto nos sorprendemos y nos llevamos las manos a la cabeza. Hoy el asesino no es anónimo, tiene nombre y apellido vinculado a los medios y a la justicia.
entro de unas horas, comenzaran los minutos de silencio. Los actos protocolarios de las instituciones. Tal vez ante la tragedia de este fin de semana, las asociaciones feministas decidan juntarse y paralizar las ciudades. Aunque lo dudo, no hay elecciones ni tampoco nada para sacar tajada. También los medios harán lo de siempre, la asesinada no abrirá portada y cuando den la cifra de las mujeres caídas a lo largo del año cada uno dirá una distinta. Y todo como pruebas irrefutables de que nada cambia porque la impresión es que nada se hace. Y si algo se está haciendo, tal vez no sea en la dirección correcta. Sea como fuere y como digo siempre, ellas siguen muy solas. Mas que nunca.
Fuente: imanolgomez.blogspot.com.es