La vejez o madurez, es aquella etapa de la vida en la que los seres humanos han acumulado sabiduría y experiencia. Venerados en muchas culturas, la figura del “Shifu” o maestro presente en la serie de televisión “Kung Fu” y su “pequeño saltamontes”, ejemplifica el valor de los ancianos como guías espirituales y sociales en China.
Ciertos cargos políticos, militares o empresariales, no se pueden ocupar hasta haber cumplido una edad independientemente de la valía personal siendo este un paradigma muy presente. A su vez, tanto en la filosofía tradicional como en la religión Taoísta, encontramos nombres como Lao Tze, Confucio o decenas de dioses venerados y estudiados como seres ancianos y sabedores de la verdad.
Dejando a un lado este perfil, existe una gran mayoría de población cuya vida en la China del siglo XXI se plantea de la siguiente manera:
Actualmente, la edad de jubilación se establece en los 60 años y para hombres y 55 para mujeres respectivamente. Suena fantástico si uno hace paralelismos y analogía con la situación de ciertos países; pero la dura realidad es que estas edades fueron estipuladas solamente para dejar trabajos libres a las generaciones jóvenes y lo que es más duro; las prestaciones por jubilación no existen o son ridículas. Debido a lo anterior, los chinos cuentan con los mayores índices de ahorro a nivel mundial siendo normal que además de un trabajo por cuenta ajena, gran parte participe en inversiones, cree negocios y busque una manera de generar suficientes ingresos propios que garanticen un retiro viable desde el punto de vista económico.
Para los menos afortunados, solo queda seguir ganándose la vida como sea o el amparo de las familias; criar hijos ha sido siempre una vía tradicional de seguridad cara a la vejez. Este esquema sin embargo, ha quedado devastado por la política de hijo único instaurada hace varias décadas y eliminada recientemente. Depender de un solo vástago, reduce mucho las posibilidades de cuidado futuro llegando la situación hasta un punto en que el gobierno ha instaurado varias leyes que obligan a los hijos a hacerse cargo de sus mayores. Tal como narré en una crónica anterior y siguiendo este viejo esquema, la juventud china está sometida a una presión tremenda para contraer matrimonio y tener hijos; supervivencia pura y dura.
Pero lejos de ser una carga, los abuelos y abuelas se han convertido en una pieza clave de la organización familiar en la China actual. El estilo de vida cada vez más individualista, consumista y occidentalizado, junto con la plena integración al mercado laboral de la mujer, ha dejado a los nietos a cargo de los mayores; bien en los pueblos de origen donde los trabajadores que emigran a la ciudad dejan a sus hijos atrás o bien viviendo como una unidad familiar abuelos-hijos-nietos en las ciudades de acogida.
Por lo demás, el tiempo transcurre entre el ejercicio callejero, partidas de dómino chino, degustación de té y una gran variedad de actividades que hacen pasar la vida en las mejores de las armonías posibles.
Fuente: imanolgomez.blogspot.com.es