Muchas veces, las personas intentan medir o calificar la inteligencia de un ser humano mediante pruebas, tests y examenes que según, determinan que tan listo eres. Pero ¿son ciertos estos resultados?
Una persona que es fuerte físicamente, lo es en todos los contextos: levantando pesas, empujando una puerta, haciendo un pulso. Sin embargo, eso no es lo que ocurre con la inteligencia.
Cuando alguien es muy inteligente o brillante intelectualmente en un contexto, puede parecer tonto en otro (como la idea del clásico genio científico que, sin embargo, no sabe comportarse en sociedad o expresar sus sentimientos). ¿Por qué la inteligencia es tan variable y parecemos tontos o listos en función del contexto o de lo que midamos?
Los procesos cerebrales de la inteligencia
Todavía resulta muy discutible que dispongamos de uno o de más tipos de inteligencia, y cuando nos sometemos a un test que mide nuestro cociente intelectual en realidad obtenemos una cifra que representa nuestro núcleo básico general de la aptitud intelectual, no la inteligencia en todas sus vertientes: como medir el armazón de una casa sin tener en cuenta los muebles.
Aún no sabemos muy bien qué define exactamente esa inteligencia general o armazon de nuestro intelecto. Algunas hipótesis apuntan a la llamada memoria de trabajo (las estructuras y procesos usados para el almacenamiento temporal de información y la elaboración de la información), pues ésta suele estar muy correlacionada con las puntuaciones en el CI. Sin embargo, este vínculo quizá existe porque el diseño de los test de CI favorece a quienes tienen gran memoria de trabajo.
Con todo, la memoria de trabajo no explica ni mucho menos toda nuestra inteligencia. Raymond Cattell y John Horn diseñaron unas técnicas de análisis que detectaron, fundamentalmente, dos tipos de inteligencia.
La inteligencia fluida es la capacidad de emplear información, trabajar con ella o aplicarla. Por ejemplo, la inteligencia que usamos para averiguar por qué alguien se ha enfadado con nosotros, o la que usamos para resolver un cubo de Rubik. Tenemos información nueva y debemos averiguar qué hacer con ella.
La inteligencia cristalizada es la información que hemos almacenado en la memoria y que podemos uasr para sacar partido a las situaciones. Conocer todas las capitales de los países del hemisferio norte es un ejemplo de inteligencia cristalizada, como también lo es aprender un segundo idioma. Como resume Dean Burnett en El cerebro idiota:
La inteligencia cristalizada es el saber que hemos acumulado, mientras que la inteligencia fluida es lo bien que se nos da usarlo o tratar con situaciones poco familiares para nosotros pero que necesitamos resolver del mejor modo posible.
Perdemos inteligencia fluida con la edad, pero la cristalizada se mantiene a lo largo de toda la vida. Ambos tipos de intelgiencia son interdependientes. Pero si nos empeñamos en medir solo una frente a la otra, parecemos tontos o listos, según.
Fuente: www.xatakaciencia.com