Durante la lactancia son muchos los padres que se sienten perdidos sin saber muy bien qué hacer.
Desde el momento en que mi mujer se quedó embarazada y empezamos a ir a las visitas habituales (ginecólogo, matrona, clases de preparación al parto, etc.) me llamó fuertemente la atención la gran ausencia de padres en las clases y salas de espera (¡en algunos casos hasta habían más abuelos/as que padres!). Y eso que hablamos de las cosas más o menos “ordinarias”, si luego nos vamos a cosas más concretas como talleres de porteo, charlas sobre educación y crianza, talleres de lactancia, etc. la presencia masculina es poco más que anecdótica.
¿Por qué sucede esto?
Un motivo que se puede argumentar es el trabajo, pero hoy en día la mujer también trabaja y eso no le impide a ella acudir. De hecho, a las mismas horas en las que esas salas de espera estaban casi vacías de hombres, era fácil encontrarlos paseando por la calle, en terrazas, de compras, etc. ¿Quizá aún haya padres que piensen que todos estos temas “son cosa de ellas”?
Luego, cuando llega el bebé a casa en muchas ocasiones hay una pequeña crisis masculina en la que el hombre “no encuentra su sitio”, “se siente desplazado” y demás sentimientos infantiles que afloran como por arte de magia. “¿Y qué hago yo ahora?” se preguntan muchos padres, sobretodo aquellos cuyas parejas no han recurrido a la lactancia artificial, como si preparar el biberón fuera el último reducto masculino del cual les han privado al entregarse al arte del amamantamiento.
Por todo esto, querido padre o proyecto de padre, lo primero que tienes que aceptar es que se inaugura una época en la que tú no eres el protagonista, pero todo esto va (y mucho) contigo.
Tienes que estar muy informado acerca de todo lo que concierne a este momento que estáis viviendo. Si palabras como episiotomía, Kristeller, oxitocina, doula, mastitis, grietas, entuertos, porteo, ingurgitación, no te dicen nada, es momento que te pongas a buscar información. El embarazo, parto y lactancia no son cosa de tu pareja. Son cosa de dos.
Si tu mujer ha decidido no dar lactancia artificial ha elegido un camino que en ocasiones es muy sencillo, pero en la mayoría de casos es una pequeña carrera de obstáculos que va a tener que vencer, y tu papel va mucho más allá de simplemente estar a su lado. Debes ser su principal soporte, su gran aliado. Tu apoyo emocional será una pieza clave. Como bien dice un famoso libro, la lactancia materna es un regalo para toda la vida, es algo que va mucho más allá de la comodidad de los primeros meses, y tiene consecuencias a corto, medio y largo plazo. No es que la lactancia natural tenga muchos beneficios para el futuro bebé (por ejemplo, estos y estos, por citar algunos), más bien lo diría al contrario; negándole la lactancia natural estás asumiendo muchos riesgos innecesarios para su salud.
“Y bien, ¿qué puedo hacer yo en este momento? Con lo preparado que estaba para dar el biberón“. Pues primero, agradece a tu mujer las noches tan buenas que vas a pasar sin tener que perder casi una hora entre preparar el biberón y dárselo al bebé. Y segundo, aquí va una pequeña lista de cosas muy concretas por las que puedes empezar:
Las tetas de tu mujer son suyas, no tuyas. Ella decide si da el pecho abiertamente en público o si prefiere estar en un entorno más íntimo. Tú no tienes voz en este tema, es su decisión y haga lo que haga debes apoyarla.
Al inicio de la lactancia es de esperar que tu pareja no se sienta muy cómoda sacándose la teta delante de familiares cercanos o lejanos, o en cualquier sitio al que vayáis. Tenlo en cuenta.
Facilita que pueda tener sus momentos de intimidad para dar el pecho, háblalo con ella; interésate por cómo se siente al respecto y pregúntale cómo le puedes ayudar. Dale prioridad absoluta a la hora de elegir a qué sitios vais, en qué lugar del restaurante o terraza os sentáis para que ella esté más cómoda, etc.
Relacionado con el punto anterior, pon límites a la familia y las visitas. No la dejes sola ante el peligro. Frases como “bueno, el bebé y la madre están cansados y ella le querrá dar el pecho” deberían bastar para que la visita de turno entendiera que es hora de dejados solos, aunque mucha gente no capta esa necesidad de intimidad especialmente en los primeros momentos.
Estate cerca cuando ella esté dando el pecho: no es tu momento “sin bebé”, es momento de estar ahí si te necesita. Si está a la teta, no puede alcanzar ella sola las cosas: agua, paño del eructo, teléfono, kleenex, etc.
Haz tu parte con el resto de casi infinitas tareas relacionadas con el cuidado del bebé: cambia los pañales, ponle crema, dale un masaje, juega con él, estimúlale, lava, dobla y recoge su ropita, revisa el stock de pañales y demás consumibles, limpia los chupetes y juguetes, haz la cuna, ordena su habitación, prepara la ropa para el día siguiente, …
Las tareas domésticas son cosa de dos, pero ahora son más cosa de uno (¡y ese uno eres tú!). Cocina, pon lavadoras, plancha, limpia… Que se note que vives en este siglo.
Apoya y facilita que tu mujer esté en contacto con otras madres que estén lactando. Tu puedes serle de mucho apoyo, pero poder compartir tiempo con otras madres que están en su misma situación es algo que va a agradecer mucho.
Agradécele frecuentemente el esfuerzo que está haciendo por toda familia: le está dando salud a vuestro hijo, te hace pasar mejores noches, hace que no os tengáis que preocupar por nada cuando salís de casa, …
La lactancia en ocasiones puede ser dura y ella puede dudar de su capacidad para seguir adelante. En estos momentos debes darle seguridad y confianza, recordarle que las crisis forman parte del proceso, y facilitarle que se ponga en contacto con grupos de apoyo, asesoras de lactancia, pediatras especializados, etc. que puedan ayudarle a superar sus dificultades.
Regálale pequeños momentos de desconexión. Llévate al bebé un par de horas a dar un paseo mientras ella dedica ese tiempo a lo que más le apetezca: darse un baño, echarse una siesta, leer, jugar a la consola, etc.
Evita comentarios como “¿ya está otra vez mamando?”, “si lleva toda la tarde ahí”, “te está utilizando como chupete”. Si has cumplido con mi recomendación de leer e informarte, sabrás que la teta no sólo es alimento. Es una forma de relación íntima que se establece entre la madre y su hijo, mediante la cual le proporciona tranquilidad, seguridad, apoyo y cercanía. Es un punto fundamental del apego hacia la madre.
Si vuestro hijo tiene la suerte que más allá de los 6 meses sigue recibiendo lactancia, recuerda que no debería ser algo extraordinario. Es simplemente lo que la OMS recomienda: “lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses de edad”, e “introducción de alimentos complementarios seguros y nutricionalmente adecuados a partir de los 6 meses, continuando la lactancia materna -a demanda- hasta los 2 años o más”.
Como veis el papel del padre durante la lactancia e inicio de la crianza es muy importante y va más allá de ser simplemente un punto de apoyo para la madre. Un reciente estudio (Abraham et al, 2014) ha mostrado que ese papel que desempeñemos en la crianza va a cambiar nuestro cerebro, en el que se crearán nuevas conexiones neuronales y se liberarán sustancias que antes apenas teníamos.
Estos cambios (en especial la conectividad entre amígdala y surco temporal superior) están directamente relacionados con el tiempo empleado en el cuidado de los hijos (a más tiempo, más cambios).
En estos momentos los hombres tenemos la responsabilidad no sólo de no ser un estorbo (hay muchos padres que aún tienen ese como único objetivo) sino de participar activamente, tanto en la lactancia como en todo aquello que rodea esta fase de la crianza.
Autor: Alberto Soler Sarrió
Fuente: www.albertosoler.es