CONTROVERSIA GENERA INSTALACIÓN DEL RITO DE EMULACIÓN Y EL ARCO REAL
La instalación de Logias que trabajan el Rito de Emulación en Chile despertó serias controversias entre algunos hermanos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, principalmente en quienes rigen los destinos de este último, ¿Por qué se genera esta controversia? Principalmente por ignorancia, debido a que el Rito de Emulación incorpora al desarrollo del Grado Tercero, llamado Arco Real, lo que para sus detractores equivale a trabajar en un grado superior al de Maestro, lo que transgrediría, a su “juicio”, la estructura interna y el Tratado de Paz y Amistad suscrito entre la Gran Logia de Chile y el Supremo Consejo del Grado 33º para la República de Chile.
A título informativo, es menester señalar previamente que el Arco Real del sistema de York, (o Rito Americano) cuya leyenda se inspira en el relato de Enoch, recogido por los manuscritos de la Masonería operativa, es un Grado Capitular, igual y equivalente al grado 13º del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, sin embargo el Arco Real de Emulación, tal como lo señala la Constitución de la Gran Logia Unida de Inglaterra, forma parte indivisible del Tercer Grado, y al que todo Maestro con cuatro semanas o más puede acceder libremente, con la única condición de creer en Dios.
En sus orígenes la Masonería, sólo consistía en el grado de Aprendiz y Compañero, tal parece que hacia 1723 dividió este último grado en dos, para dar paso al grado de Maestro. Estos tres grados forman la base de la Masonería actual, aunque para la Masonería anglosajona el grado Tercero en el Rito de Emulación lleva en su seno el Arco Real, teniendo, por lo tanto, dos ceremonias para un solo grado; Una para entregar la leyenda de Hiram (Elevación)y otra para entregar la palabra perdida (Exaltación).
La proliferación de Capítulos Arco Real permitió que en 1766 se constituyese el primer Gran Capítulo Arco Real en Londres, denominado hoy, y a partir de 1817, Supremo Gran Capítulo de Masones Arco Real de Inglaterra, Orden que se ha replicado actualmente en todo el orbe.
La membresía del cada Capítulo, en un principio estaba integrada sólo por quienes habían cumplido un período completo en el cargo de Venerable Maestro de una Logia, es decir, los Maestros Electos Instalados. Más tarde pudieron ser propuestos para su incorporación todos los Maestros con un año en el grado. En la actualidad, tienen derecho a incorporarse al Arco Real todos los Maestros de una Logia con cuatro semanas o más de antigüedad en el grado de Maestro.
El Arco Real tiene un lenguaje especial. Si bien la reunión de Arco Real se hace en la Logia a la cual pertenecen sus miembros, dejó de llamarsele “Logia” a esta reunión a partir de 1768, cuando tomó el nombre de Capítulo. Diez años más tarde el término “hermano”, para denominar a sus integrantes, fue cambiado por el de “Compañero”, entendiéndose así que estaban unidos por el trabajo en la búsqueda de la verdad.
El Rito Escocés Antiguo y Aceptado fue concebido por sus creadores, como un camino progresivo y continuo desde el grado primero al trigésimo tercero. Sin embargo, en la actualidad está dividido en dos poderes, el Simbolismo liderado por un Gran Maestro, y el Escocismo o grados capitulares dirigidos por un Soberano Gran Comendador en su Supremo Consejo, con tuición desde el cuarto hasta el treinta y tres, no obstante, acordando separar los grados de éste Rito, entregando la administración de los tres primeros a una Gran Logia y los treinta restantes a un Supremo Consejo. Con anterioridad a la Convención de 1875, el R.E.A.A. era tan espiritual como los ritos de tradición anglosajona. Basta con recordar lo señalado por Andrés Cassard en su Discurso Preliminar de su Manual de Masonería, edición de 1866; “El único y solo Dios verdadero, el Dios creador y conservador de todas las cosas, lleno de bondad, de verdad, y misericordia, que premiará a cada uno según sus obras, y que es sólo digno de los homenajes de todos los hombres, es el Ser Supremo, que se adoraba en los sagrados recintos de los Templos antiguos dedicados a la Masonería; que es la sola religión de los Templos Masónicos modernos”.
En los tiempos convulsionados de la llamada modernidad, la voluntad e inclinaciones de los hombres parecieran estar más cerca del agnosticismo, con énfasis en la justicia social, que de las divagaciones sobre la existencia o no de un panteón celeste. Surge entonces la interrogante; ¿no será que la crítica que se hace al Arco Real tiene, también, un sustrato de rechazo a este teísmo tan ajeno a la tradición masónica?
Posible sea así, sin embargo, aunque no vivamos tiempos de teología, como masones cuesta pensar en la imposibilidad de coexistencia, al menos entre nosotros, de creyentes y no creyentes.
Entonces, si la mayor aspiración de la Masonería es unir a los hombres en una gran familia, esa debería ser la meta de toda Obediencia Masónica, constituyendo el mayor desafío que enfrenta la Masonería si aspira a ser verdaderamente universal.