DEBIDO AL AISLAMIENTO Y LAS DIFICULTADES PARA COMUNICARSE, MILES DE FAMILIAS VIVIERON AYER LA DRAMÁTICA EXPERIENCIA DE NO SABER QUÉ HABÍA SIDO DE SUS SERES QUERIDOS HASTA MUCHAS HORAS DESPUÉS DE QUE PASARA EL TEMPORAL.
”Por favor vengan a buscarme porque ya tengo el agua al pecho”, fue lo último que alcanzó a decir antes de que se cortara la comunicación. Eran cerca de la 11 de la noche y quien pedía ayuda era Mabel Lusich, una jubilada de 82 años que vive sola en La Loma. Del otro lado de la línea, una de sus nietas, Laura, que acaba de ser mamá, intentó movilizar a la familia entera para que alguien fuera a rescatarla, pero a esa hora ya era imposible llamar a ningún celular. Desesperada, resolvió salir ella misma en su auxilio, aunque la inundación le impidió llegar. “Fue la noche más larga y espantosa de mi vida. No podía sacarme de la cabeza la idea de mi abuela ahogándose sola en su casa”, relató la mujer.
La historia de Laura y su abuela -rescatada finalmente ayer a la mañana con un serio cuadro de hipotermia- fue apenas uno de los tantos desencuentros dramáticos que produjo el temporal. Para miles de familias platenses, más angustiante que ver el agua llevarse sus pertenencias fue la larga incertidumbre que debieron enfrentar hasta conocer el destino de sus seres queridos.
Debido a la rapidez con que el agua dejó completamente aislados algunos sectores de la Ciudad, muchos de los platenses que se encontraban fuera de su casa al estallar la tormenta ya no pudieron volver. Pero además, dado que los celulares no tenían buena señal, tampoco les fue posible comunicarles a sus familias la situación hasta muchas horas después.
Tal fue el caso de Marcos Fantuzzi, quien salió a llevar a la empleada doméstica hasta su casa y terminó viviendo un drama que jamás se hubiera imaginado. “Cuando el auto se me quedó al atravesar el centro, le puse llave y me largué a caminar. Pero a las dos cuadras me di cuenta de que era una locura porque la corriente ya empezaba a arrastrarme. Así que volví y pasé la noche refugiado en el coche sin poder avisarle a nadie que estaba bien. Al llegar a casa a la mañana, mi mujer y las nenas lloraban como si acabara de resucitar. La habían pasado realmente mal”.
A los problemas de señal para comunicarse por celular se le sumó en muchos barrios el corte de luz, que hacía imposible utilizar los nuevos teléfonos de línea. Pero además, a medida que iban transcurriendo las horas sin suministro eléctrico, muchos de los usuarios de teléfonos móviles que al principio podían comunicarse al menos por medio de mensajes de texto terminaron finalmente quedándose sin batería.
En medio de las complicaciones para comunicarse, aquellas personas que debieron ser evacuadas de sus hogares en plena madrugada perdieron todo contacto con el resto de sus familias hasta la mañana siguiente.
“Cuando finalmente bajó el agua y pude llegar hasta la casa de mi hija en Tolosa no encontré a nadie y me desesperé. Me había pasado toda la noche intentando hablarles y a esa altura empecé a imaginarme lo peor”, cuenta Marta Mogordoy, que tuvo que recorrer cinco centros de evacuados hasta dar con los suyos.
Si bien con el transcurso de las horas los desencuentros que produjo el temporal se fueron resolviendo, la incertidumbre en medio de la catástrofe constituyó para muchos una experiencia que difícilmente puedan alguna vez olvidar.
Fuente: www.eldia.com.ar