MI MADRE,EL ÁRBOL Y LOS SUEÑOS
(Perdurables Instantes de navidad en familia)
Julio por favor te vas hasta la farmacia y le decís a don Álvaro que te de dos paquetes de algodón…es que me falta bastante nieve…
Con esas palabras mi madre me dio a entender que ya era tiempo de armar el arbolito, mire hacia el ya viejo calendario que nos había regalado don Mario, el almacenero de nuestro barrio y allí estaba, el ocho de diciembre marcado en rojo, como un llamado de atención, no vaya a ser cosa que nos pasemos de día, porque eso sería terrible.
María, mi madre ,había sacado del placar las dos cajas que contenían todo lo necesario para que ese árbol, el que armaría ese día ,se convierta en el más lindo de la cuadra…en esos tiempos de infancia uno ya había vivido ese alboroto antes pero que se yo, cada fin de año era distinto, tal vez sería porque uno esperaba que de esas cajas apareciera algo nuevo, algo que nos asombrara de verdad…con mucha paciencia mi madre me pedía que le fuera alcanzando los adornos, uno por uno …con cuidado nene¡¡¡¡me alertaba…mira que si se caen se rompen, claro, antes eran delgadas, como si fuesen de vidrio y ante el menor golpe…zas¡¡ se hacían trizas.
Alcánzame las rojas me decía, esas van primero, menos mal que los colores ya los tenía muy ubicados, los sabía de memoria, Lucrecia ,la maestra que mejor recuerdo, me los había enseñado de maravillas.
Bien nene, ahora pásame las verdes y amarillas esos las pondremos de este otro lado…me decía, y allí seguía mi madre incada ante ese árbol que nunca había crecido a pesar de tantas navidades, luego de tener cada rama completa venían las tiras multicolores que comenzaban en la punta y terminaban tocando el piso, que dicho sea de paso, mi madre le había colocado previamente unas hojas de papel madera arrugadas que también yo había sido el encargado de conseguirlas pero esta vez no en la farmacia si no en el mismo quiosco donde antes de entrar al colegio me surtía de algunas delicias.
Alcánzame las plateadas nene, y allí me estiraba hasta la caja más grande y se las entregaba ,a esta altura veía a mi madre como la mejor constructora de árboles de navidad del mundo, era muy detallista, nada se le escapaba…al cabo de un buen rato venia el momento más esperado….la coronación¡¡¡¡esa punta que era tan larga que la pobre ultima rama se bamboleaba para todos lados pero ella con esa habilidad que la caracterizaba le daba dos vueltas con esas cintas de colores y santo remedio se quedaba quietita.
Pero faltaba lo peor, el momento más crítico de todos, las luces…no sé si por cansancio o que, mi madre se levantó lentamente ,se estiro un poco y acerco una silla para alcanzar la parte alta del placar, se subió a ella ,estiro los brazos, abrió una puerta y tomo una caja de zapatos, se bajó y volvió a inclinarse delante del árbol, abrió esa caja misteriosa y de ella comenzó a salir una larga fila de cables con luces en apariencia todas blancas y comenzó la pelea, todo era un enredo infernal, no podía encontrar la punta y mientras lo intentaba me hablaba diciendo que si no encontraba la punta seria inútil…después de un forcejeo que duro un tiempo, lo había logrado…aunque era algo que no me asombraría ya que mi madre todo lo podía.
Ahora ….atención ¡¡¡la obra maestra estaba a punto de ser estrenada nuevamente, tomo el cable y lo acercó al enchufe en la pared, silencio total, mis ojos ni pestañaban, no se atrevían a hacerlo no querían perderse ni un segundo de ese acto maravilloso…conecto el cable y…gloria¡¡¡si¡¡¡¡el pequeño comedor se ilumino de todos los colores posibles ,las luces se habían vuelto locas de alegría ,prendían y apagagaban sin tener un ritmo constante…destellaban sin parar y yo quería hacer un juego intentando adivinar cuales colores prenderían después del verde y del rojo y del azul tan hermoso.
Ah¡¡¡que belleza entraba por mis ojos, cuanta felicidad sentía ,sobre todo porque era allí donde dentro de algunos días y si hacia las cosas correctas, el señor de rojo vendría a dejarme ese camión de bombero que tanto quería, pero el que tenía la escalerita que se subía y bajaba con una manijita,no quería otro.
Para completar el cuadro y para dar un final a esta monumental obra arquitectónica, mama comenzó a poner el pesebre debajo del árbol, también despacio y cuidadosamente…y yo seguía allí, extasiado por tanta maravilla con los paquetes de algodón en mis manos todavía, y sin que mi madre notara que el árbol no tenía la nieve de otros años, bueno eso no importaba, al fin y al cabo lo importante es haber pasado toda una tarde junto a ella, el árbol y los sueños.
® 2017-Julio Casati
Fuente: www.radiolashorascontadas.blogspot.com.ar