La llamaron “la desconocida del Sena” y, además de ser sin duda la mujer más besada del mundo, es también la que más vida salva a lo largo del año. ¿Sorprendida? Estamos seguros de que estos datos ya te habrán intrigado lo suficiente como para desear saber más cosas de esta muchacha, cuyo nombre, desconocemos.
Esta historia tiene su origen en París, a finales del siglo XIX. Fue una mañana de invierno cuando, a orillas del Sena, apareció el cuerpo sin vida de una muchacha de entre 15 o 20 años. Las autoridades no consiguieron saber quién era, sus ropas no daban ninguna pista ni tampoco se había denunciado ninguna desaparición.
Fue un patólogo parisino quien decidió que lo mejor sería dejar su cuerpo un par de días en una funeraria para que cualquier persona que hubiera perdido la pista de algún familiar se acercara a reconocer el cuerpo. No obstante, no se acercó nadie, y la pobre muchacha terminó siendo enterrada en una fosa común sin ningún nombre en su lápida, y sin nadie que la llorara.
Sin embargo, el patólogo no pudo evitar quedar fascinado con la serena belleza de la joven. No había mueca de miedo o dolor en su rostro. Era tal la calma que trasmitía, que le pidió a un escultor que sacara un molde en yeso de sus facciones para recordarla. Algo un poco macabro, todo hay que decirlo. No obstante, fue aquí cuando surgió lo asombroso y la esencia de esta historia.
La ahogada del Sena y la reanimación cardiopulmonar RCP
Lo curioso de esta historia aconteció a mediados del siglo XX. Es posible que te suene el nombre de Peter Safar, fue un médico austriaco famoso sobre todo por desarrollar la técnica de respiración boca a boca, y quien más tarde perfeccionaría esta estrategia con la famosa maniobra RCP de estimulación cardiopulmonar.
¿Y qué tiene que ver con nuestra bella desconocida del Sena? La verdad es que mucho. Para enseñar a sus alumnos las maniobras vitales de reanimación, necesitaba un muñeco o un maniquí lo más real posible para hacer las prácticas con sus estudiantes. Para ello, habló con un famoso juguetero noruego, un hombre llamado Asmund Laerdal. Dio la casualidad de que este artista estaba muy sensibilizado con el tema de la estimulación cardiopulmonar, puesto que, hacía solo unos años, uno de sus hijos fue reanimado de aquel modo tras sufrir un accidente en un lago.
Se tomó muy en serio su proyecto. Sabía que el maniquí con el que todos los estudiantes del mundo aprendieran la técnica de la RCP debía ser no solo lo más real posible, sino que, además, debía tener una expresión amable y serena, que invitara a la calma. Y de inmediato recordó un rostro, el que sus abuelos tenían colgado en una de las paredes de su vieja casa de vacaciones.
Era el rostro en porcelana de una bella muchacha a la que llamaban la “ahogada del Sena”. La idea no podía ser mejor. Era un modo de homenajear a aquella joven desconocida, haciendo que su rostro fuera inmortal y de gran ayuda para la medicina.
Desde entonces, todos los muñecos que se utilizaron para las prácticas de reanimación cardiopulmonar tuvieron el rostro de nuestra protagonista, que se convirtió, desde entonces, en la mujer más besada del mundo. Ella, sin saberlo, ha ayudado a tantas personas a aprender a salvar a otras.
Una historia curiosa que merecía incluirse en nuestro espacio y que esperamos te haya gustado.
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