3.600 mujeres violadas por las tropas norteamericanas

 
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De lo que nunca se habla en torno al desembarco de Normandía. Tras el desembarco, el alcalde del Havre no supo qué hacer con los soldados que deambulaban borrachos por la calle, provocando accidentes con sus vehículos y agrediendo a las mujeres. También se registraron muchos delitos en Reims, Cherburgo, Brest y Caen.

3.600 mujeres violadas por las tropas norteamericanas

El desembarco de Normandía tuvo una cara muy negra: entre junio de 1944 y el mismo mes del año siguiente, los soldados estadounidenses que llegaron a las costas violaron a 3.600 mujeres.

Desde entonces ha sido inconcebible mencionar los crímenes que afectaron a la población normanda porque hubiera roto la épica de un acontecimiento inflado por la propaganda de Hollywood y también porque hubiera ensuciado la dualidad entre los buenos (Estados Unidos) frente a los malos (III Reich).

No obstante, algunos historiadores están cada vez más interesados en el destino de la población civil durante ese período y los crímenes que cometieron las tropas de Estados Unidos, que no fueron sólo sexuales sino también agresiones, saqueos y asesinatos, cuyo rastro se encuentra en los archivos de La Mancha.

La historiadora estadounidense Mary Louise Roberts se interesó por el rastro criminal que dejaron detrás los soldados estadounidenses en Europa en su libro “What soldiers do: Sex and the American GI in World War II”, publicado en junio de 2013 (http://www.lalibre.be/culture/livres/what-soldiers-do-quand-les-gi-s-etaient-des-bandits-en-uniforme-51ed32d13570ebbf8dfc71b3).

Según Roberts los soldados estadounidenses cometieron más de 3.600 violaciones en Francia entre junio de 1944 y junio de 1945.

El ejército estadounidense propició las violaciones al dar una imagen distorsionada de las mujeres francesas. A los reclutas no les presentaron una batalla por la libertad sino más bien “una aventura erótica en un país poblado de mujeres insaciables”.

Las investigaciones no han sido fáciles. Las víctimas de violación no siempre se atrevieron a denunciar para evitar el estigma en sus localidades, pero algunos políticos normandos se quejaron de los crímenes, por lo que quedó un rastro documental.

Que Estados Unidos haya pasado por alto este macabro capítulo de su historia militar no puede sorprender a nadie. El softpower de Washington, con el arma de Hollywood a la cabeza, ha utilizado la II Guerra Mundial en aras del culto patriótico. La buena guerra, en comparación a la menos gloriosa contienda de Corea o a la humillante derrota de Vietnam, ha sido explicada y explotada desde el punto de vista norteamericano para consumo interno y propaganda hacia el exterior. Las hazañas bélicas de los violadores, contrabandistas, estafadores o traficantes de droga de la US Army no tenían cabida en los guiones cinematográficos, en las tramas de las novelas y, ni siquiera, en los libros de historia.

Si la historia negra de los soldados Ryan ha empezado a conocerse hace poco es gracias a dos historiadores norteamericanos, Robert Lilly y Mary-Louise Roberts que, cada uno por su lado, han escrito los libros que muchos no han querido ni querrán leer, tanto en su país, como en Francia.

El primer crimen sexual contabilizado tiene lugar sólo dos meses después del Desembarco. Como explica Lilly, los protagonistas de las violaciones no eran combatientes de primera línea, sino miembros de unidades de apoyo logístico. La explicación parece simple: los soldados que no participaban directamente en los combates tenían más tiempo libre y estaban sujetos a una menor disciplina una vez la jornada de trabajo había concluido.

Lilly y Roberts explican los clichés que el imaginario norteamericano había impregnado en los cerebros de sus combatientes. Francia era presentada en la revista militar Stars and Stripes (Barras y Estrellas) como una gran casa de putas, un país erotizado y cuyas mujeres eran “bellas, acogedoras y demostrativas”. Unos estereotipos que se habían generado ya entre los veteranos de la Guerra del 14-18, cuyas exageradas aventuras eróticas en Francia fueron pasando de generación en generación.

Lo que menos esperaban ver los soldados que desembarcaron en las playas de Normandía para liberar el Viejo Mundo eran ruinas. Caen, Le Havre, Billancourt, Saint-Etienne, Brest o Royan sorprenden al visitante por tener barrios enteros cuya arquitectura difiere completamente del resto de la ciudad. Es la reconstrucción que oculta las cicatrices de una táctica militar de una época en la que la vida de los civiles extranjeros tenía poca consideración.

El bombardeo amigo, las bombas arrojadas por los aliados para debilitar las defensas nazis que provocaron la muerte a 60.000 personas entre 1940 y 1944.

Los norteamericanos que 70 años atrás atravesaban los pueblos y ciudades francesas no estaban acostumbrados a recibir besos y abrazos de las mujeres que veían en ellos a sus liberadores. Basta observar la actitud de los soldados en los documentos de la época. Los historiadores señalan que, en su mayoría, el contingente militar estaba compuesto por soldados que, en palabras de Lilly, no eran “la crême de la crême”. En la mente de los violadores de guerra en Francia no se trataba de humillar a las mujeres de un enemigo ni de castigar a un pueblo resistente al invasor. La violación era, más bien, una recompensa.

Violaciones en grupo de mujeres francesas, sexo en lugares públicos ante los niños… Algunos de los soldados norteamericanos que participaron en el desembarco estaban convencidos de que las francesas eran chicas fáciles. El alto mando estadounidense les había vendido el D-Day como una aventura erótica.

De junio de 1944 a junio de 1945, los tribunales militares norteamericanos instalados en territorio francés juzgaron a 139 soldados por este delito. De ellos, 68 fueron condenados a cadena perpetua y 22 a pena de muerte- Entre los soldados juzgados y los condenados a la horca por violación, una mayoría eran negros. Lilly escribe también que el racismo imperante entonces en Estados Unidos se reflejaba en las decisiones de los tribunales militares. Por el mismo delito, un soldado negro siempre era condenado con más dureza. Además, cuando la denunciante acusaba a un blanco, normalmente la investigación era más rigurosa.

Mary-Louise Roberts señala que como en Francia sólo se utilizaba el sistema de la guillotina, el ejército USA hizo venir a un verdugo de Texas, especialista en ahorcamiento. El ejército funcionaba, según la profesora, como una extensión del sistema de segregación en vigor en los estados sudistas. Fue el propio General Eisenhower quien ordenó que las ejecuciones fueran públicas, en el lugar de los hechos y con la asistencia de las víctimas, sus familiares y vecinos. Buscaba así calmar la onda de protestas que empezaron a inundar la prensa de la época. Una mancha que no podía permitir que se extendiera a todos los miembros de la llamada “greatest generation”.

Los libros de historia han ignorado los crímenes de guerra para crear la leyenda actual.


Fuentes:

https://www.tercerainformacion.es/articulo/memoria-historica/2019/06/11/de-lo-que-nunca-se-habla-en-torno-al-desembarco-de-normandia-3600-mujeres-violadas-por-las-tropas-yanquis



https://www.eldesconcierto.cl/2014/06/16/violaciones-de-mujeres-la-otra-cara-de-la-liberation-en-normandia/



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