Son las mascarillas de rejilla, también llamadas 'quita multas', y están haciendo furor. El problema es que su grado de protección es nulo. Si se sopla una llama, con la mascarilla quirúrgica no se apaga y con la 'quita multas' a la primera, que debajo del grifo es como un colador y con un spray deja pasar las partículas. A pesar de esto se venden en bares, en tiendas, en gimnasios y hasta en farmacias, que no la recomiendan pero la venden. Los fabricantes afirman que es segura porque tiene la certificación UNE 65 validada por el laboratorio ITEL. El Colegio Oficial de Farmacéuticos asegura que este laboratorio ha sido expedientado por el Ministerio de Industria y recomienda no comercializar mascarillas certificadas por ellos.