¿Sabías que un estudio reveló que los humanos pueden comunicar la compasión a través del tacto? Este estudio fue llevado a cabo por Dacher Keltner, director de “The Greater Good Science Center” y profesor de psicología en la Universidad de California.
Situémonos en el mes de marzo del año 2020, donde de un instante a otro todo nuestro preciado contexto se volvió frío y distante. Un contexto en el cual los abrazos estaban prohibidos y hablar de contacto físico era sinónimo de irresponsabilidad. Un contexto donde no vimos a nuestros seres queridos por meses, donde podíamos llegar a pensar “¿Se habrán olvidado de mí?” Ahora situemos ese contexto en la mente de un niño institucionalizado o de un abuelo cuya vivienda es un asilo; puede que se encuentren viviendo esa situación desde hace mucho antes de la aparición del Coronavirus. Suena peor ¿verdad?
La autora Kathleen Keating explica que el abrazo no solo fomenta la inteligencia del niño, sino que también lo ayuda a superar sus miedos. En cuanto a los abuelos, es posible afirmar que este juega un rol de antienvejecimiento. ¿Qué hay de las risas? Con esa pequeña acción se liberan impulsos negativos y se provocan consecuencias positivas para la salud. Por ejemplo, aumentan las defensas de nuestro sistema inmune y se reducen las hormonas que generan estrés.
Pero, ahora bien, ¿de qué manera podemos fusionar los beneficios de las risas y abrazos con el contexto actual? Podes aportar tu granito de arena acercándote a quienes más se vieron perjudicados emocionalmente debido a la pandemia: los abuelos y niños hospedados en hogares especiales. Una excelente forma de llevar esta tarea a cabo es
inscribirse en un voluntariado.
El filósofo Jacques Rancière explica que el espacio se construye afectivamente, es decir que los lugares se recuerdan porque están cargados de afecto. Se marcan por medio de las situaciones que vivimos en ellos, tal como una casa es habitada en cuanto se colocan adornos y muebles. De eso se trata hacer algo por el otro, de adornar el corazón de los abuelos y niños con caricias, abrazos y una infinidad de risas.