14 octubre 2024
- Hace unos años mientras comía un buen arroz, me fui fijando que antes de servirlo al completo entre todos los que me acompañaban, vi como quedaban unos granos insignificantes en la paella de los que nadie se acordó de ellos.
- Luego, me fijé que en cada plato de mis compañeros de mesa y a medida que iban dejando los cubiertos en el plato en señal de haber terminado, veía en ellos unos muy pocos granos de arroz con la intención de quedarse allí hasta que algún aguerrido cocinero los pusiera bajo el grifo del fregadero y los mandara (a los olvidados granos de arroz), al fatal camino de los desagües de la inmundicia.
- Entonces observé mi propio plato y me di cuenta de que allí, igual que el de mis compañeros, había unos pocos granos de arroz, los cuales me pareció que pedían clemencia y con ello manifestar su utilidad y yo, como aquél que se pone a jugar con ellos y con un dedo limpio, los fui rescatando uno a uno (sólo eran tres o cuatro granos), y me los fui poniendo en la boca a modo de juego mientras intentaba pasar desapercibido.
- Ahora, algunos años y muchos meses después de aquella observada maniobra de supervivencia de aquellos olvidados y perdidos granitos de arroz, cuando me ponen (en casa), arroz para comer (en cualquier presentación), me acuerdo de ellos, yo me siento así ahora (a mi flagrante vejez), como ellos, por eso no veré, ni verá nadie, nunca, un grano de arroz en mi plato una vez he terminado de comer.
- ¿Por qué lo hago? ... cualquiera que esté en mi estadio, seguro que sabrá de qué le hablo aquí.
Fuente: elcaminoseestrecha.blogspot.com