Los hospitales, centros de salud a los cuales acudimos cuando nos sentimos enfermos o nos aqueja algún dolor en nuestro cuerpo, contamos con las enfermeras y los doctores para que nos asistan en nuestros malestares y podamos regresar a casa nuevamente sanos o con medicación para sanar más adelante, pero que sucediera si en vez de volver a casa normalmente debemos quedarnos porque por alguna razón nos sentimos peor de lo que llegamos y con síntomas diferentes por los cuales ingresamos inicialmente; pues la respuesta más obvia es que lo más seguro es que hayamos adquirido una enfermedad contagiosa que portaba un paciente o algún personal del hospital.
Generalmente los pacientes tratados en los hospitales que tengan alguna enfermedad grave o leve de tipo contagiosa son aislados de los otros internos y del personal que no es tratante del mismo para evitar contagios masivos, pero puede suceder que algún médico o enfermera llegue a infectarse por no haber tomado las precauciones necesarias e irremediablemente lleve el virus al resto del hospital, y es en ese momento en el que una persona sana o solo con padecimientos leves, posiblemente llegue a adquirir la enfermedad, obviamente, sin haberlo propiciado.
Lo descrito anteriormente es solo una de las muchas situaciones que suelen ocurrir en los centros hospitalarios, esto gracias a la poca previsión de las medidas mínimas necesarias que no ponen en práctica algunos empleados, para que las enfermedades contagiosas o virus que porten algunos enfermos se propaguen a pacientes internos u ocasionales dentro de la institución.
Capacitar al personal adecuadamente y realizar campañas de prevención de manera recurrente es lo más favorable tanto para los trabajadores de la salud como para los pacientes que día a día ingresan a los hospitales confiados en que conseguirán solución a sus dolencias y no más inconvenientes de salud.
Fuente: conectanoti.com