Mi mente estaba absorbida por la bioquímica de la edición genética cuando los mensajes de texto y en Facebook me distrajeron.
Lo siento mucho por Cecil.
Cecil vivía cerca de su hogar en Zimbabwe.
¿Cecil quién? Me pregunté. Cuando vi las noticias y descubrí que los mensajes se referían a un león cazado por un dentista americano, el aldeano dentro de mí instintivamente celebró: un león menos para amenazar a familias como la mía.
Mi emoción fue aplastada cuando me di cuenta de que el cazador del león estaba siendo caracterizado como el villano. Me enfrenté entonces a la contradicción cultural más dura que me ha tocado vivir en los cinco años que llevo estudiando en los Estados Unidos.
¿Acaso todos los americanos firmando peticiones no entienden que los leones matan a la gente? ¿Entienden que todo lo que dicen de Cecil, que era “amado” o un “favorito local”, es un bombo publicitario de los medios?
En mi aldea en Zimbabwe, ningún león ha sido amado jamás. Son objetos de terror.
Cuando yo tenía nueve años, un león solitario rondaba por las aldeas cerca de mi casa. Después de que mató unas cuantas gallinas, cabras y una vaca, nos advirtieron que teníamos que caminar a la escuela en grupos y ya no podíamos jugar afuera. Mis hermanas ya no iban solas al río a recoger agua o lavar platos.
Una semana después, mi madre nos reunió a mí y a nueve de mis hermanos para explicarnos que su tío había sido atacado pero escapó con apenas una pierna herida. El león dejó sin vida al pueblo.
Cuando el león fue asesinado, a nadie le importó si su asesino era una persona local o un cazador blanco de trofeos. Bailamos y cantamos por la derrota de una bestia aterradora y por nuestro escape del daño severo.
Recientemente un muchacho de 14 años en un pueblo no lejos del mío no tuvo tanta suerte. Mientras dormía en el campo de su familia, fue mutilado por un león y murió.
La muerte de Cecil no ha recibido mucha más simpatía por parte de la gente urbana de Zimbabwe, aunque ellos no viven con tal peligro. Pocos han visto un león en su vida, dado que recorridos de safari son un lujo que los habitantes de un país donde el ingreso mensual promedio es de menos de Us$ 150 no se pueden dar.
No me malinterpreten: para la gente de Zimbabwe los animales salvajes tienen un significado casi místico. Pertenecemos a clanes, y cada clan tiene un tótem animal como su ancestro mitológico. Pero nuestro respeto por estos animales jamás nos ha hecho dejar de cazarlos o permitir que los cacen. (Yo estoy bien familiarizado con los animales salvajes; perdí mi pierna derecha por una mordedura de serpiente cuando tenía 11 años.)
La tendencia americana de romantizar a animales a los cuales se les ha dado nombres propios y seguir la tendencia del hashtag ha convertido en una situación común (hubo 800 leones cazados legalmente a través de una década) a lo que a mis ojos parece ser un circo absurdo.
Peta está pidiendo que cuelguen al cazador. Los políticos de Zimbabwe están acusando a los Estados Unidos de hacer un montaje con la matanza de Cecil para hacer ver mal a nuestro país. Y los americanos, que ni son capaces de encontrar Zimbabwe en un mapa están aplaudiendo la demanda por la extradición del dentista, sin saber que un elefante bebé fue sacrificado para el banquete de cumpleaños de nuestro presidente.
Los nativos de Zimbabwe nos quedamos sacudiendo la cabeza, pensando en por qué a los americanos les importan más los animales africanos que el pueblo africano.
No nos digan qué hacer con nuestros animales cuando ustedes permitieron que sus propios leones de montaña fueran cazados casi hasta extinción en los Estados Unidos del este. No se lamenten por la tala de nuestros bosques cuando ustedes convirtieron a los suyos en junglas de concreto.
Y por favor, no me ofrezcan sus condolencias por Cecil a menos que también estén dispuestos a ofrecerme condolencias por los aldeanos asesinados o forzados a pasar hambre por culpa de sus hermanos, por la violencia política, o por hambre.
Por Goodwell Nzou
(Estudiante en biociencias moleculares y celulares en Carolina del Norte (Estados Unidos). Su origen es el Zimbabue rural y cuando mataron al león Cecil y vio la reacción en Estados Unidos no pudo sino escribir una carta al New York Times.)
Fuente: www.elcolombiano.com