"Sé muy bien escribe don Vicente G. Quesada que ha habido un partido que ha profesado la doctrina de que era preferible ser súbdito de una noción extraña antes que someterse a los enemigos domésticos: me consta que muchos que aparecen en la historia como eminentes patriotas, han lamentado en el seno de la confianza que los ingleses no nos hubieran conquistado definitivamente en 1806 y 1807; algunos golpearon muchas puertas en busca de un rey para colocarlo en el trono del Río de la Plata, y otros después, en las tristezas de la imaginación, excitaron a Chile para que se apoderase del estrecho de Magallanes, ¡que al fin es hoy chileno! Solicitaron a la Francia y a la Gran Bretaña como aliadas en las cuestiones civiles y por último, hasta para vencer a Rosas recurrieron a una coalición extranjera. De esta mezcla con los intereses extraños, de estos antecedentes de un cosmopolitismo singular, ha resultado la tibieza del espíritu patrio, enfermo por último por el mercantilismo y la sed de riqueza: ahogado, como está, por una masa extranjera que sólo quiere ganar y enriquecerse y cuya patria no está aquí, sino en Europa". Este partido fue el que se impuso con el triunfo de Mitre en Pavón. Y no sólo triunfó en los hechos, sino que hizo de su doctrina la doctrina nacional."Historia de la Argentina 15151983", ERNESTO PALACIO, Ed. AbeledoPerrot, 1988. Págs. 489 y 490