*Por Carlos Eduardo Lagos Campos.
En tierras de dolor y olvido,
donde el hambre es un flagelo que crece,
nace una voz, un grito desgarrado,
el Banco Nacional de Alimentos, un sueño que se hace realidad.
En Colombia, patria de dolor,
donde la pobreza es como un cáncer que crece y lo devora todo,
surge una esperanza, un faro de luz,
que busca erradicar el hambre, esa plaga que nos consume.
El hambre, ese monstruo que acecha,
que nace en sociedades deshumanizadas, individualistas, egoístas,
que olvidan la solidaridad, la compasión, la empatía
y dejan sufrir y morir a sus hermanos.
Pero hay resistencia, hay lucha,
hay un pueblo que se levanta, que se organiza,
para enfrentar a este enemigo cruel,
que busca destruir nuestra humanidad.
El Banco Nacional de Alimentos,
una organización sin fines de lucro,
que busca garantizar la seguridad alimentaria,
de las comunidades más vulnerables, más necesitadas.
Con objetivos claros, con una misión precisa,
articula esfuerzos, une voluntades,
sector público, empresa privada, academia,
sociedad civil, unidos contra el hambre.
Su visión, ser líder en la lucha,
contra el hambre y la pobreza,
a través de la recolección, donación y distribución,
de alimentos, de esperanza, de vida.
Con seguridad alimentaria para todos,
un derecho fundamental, una realidad,
donde cada mesa tenga su pan,
y la dignidad sea nuestra bandera.
En Colombia, su domicilio principal,
late el corazón de esta noble causa,
que busca reducir significativamente,
el hambre y la pobreza en nuestra amada patria.
¡Que este grito, esta voz, este sueño,
se convierta en realidad, en acción!
¡Que el hambre sea erradicada,
y la solidaridad sea nuestra bandera!
*Presidente Banco Nacional de Alimentos.