Leonardo Haberkorn es un periodista muy conocido de Uruguay. Trabajó en numerosos medios y es coautor del libro "Relato oculto: las desmemorias de Víctor Hugo Morales" (Editorial Planeta). Fue el Coordinador de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad ORT, de Montevideo, pero en diciembre dejó de dar clases por un curioso motivo: se cansó de pelear contra los celulares, WhatsApp y Facebook.
En su blog, llamado El Informante, publicó un artículo donde contó detalles sobre su decisión. "Me cansé de estar hablando de asuntos que a mí me apasionan ante muchachos que no pueden despegar la vista de un teléfono que no cesa de recibir selfies", explica. El post se viralizó en Twitter, en Facebook, y tuvo repercusión en medios de comunicación.
Las repercusiones del artículo superaron lo que el propio autor esperaba. "He cancelado cinco entrevistas que ya tenía agendadas en radio y televisión, y rechazado otras tantas porque no quiero ganar popularidad con esto", cuenta Haberkorn en un nuevo post de blog.
El periodista aclara algunos puntos y responde a preguntas que le hicieron. Asume su "parte de responsabilidad": reconoce que seguramente le faltan conocimientos pedagógicos, porque no tiene estudios docentes. También explica que estos dos cursos eran del ciclo básico de la carrera, donde los estudiantes aún no optaron por la orientación que seguirán: periodismo, publicidad, audiovisual o comunicación corporativa. "De todos modos, no creo que una sociedad democrática sea viable con ciudadanos tan desinformados, sean o no periodistas o futuros periodistas", señala.
"¿No podría sencillamente prohibir que usen las computadoras y los teléfonos?", le preguntaron. "Las computadoras son imprescindibles en un curso de periodismo, porque se práctica escribiendo en clase, simulando los plazos y tiempos de una redacción, y se leen noticias. Entonces tenemos la computadora, le sacamos mucho jugo, pero al mismo tiempo está encendida y es una tentación muy grande usarla en otro sentido" responde Haberkorn. "Los teléfonos no pueden sonar en la clase, y eso se respeta. Pero, unos más desimuladamente que otros, comienzan a usarlos en el salón para chatear y responder mensajes. Y son un porcentaje alto. Podría echar a quien los usa en clase, es cierto. Pero me resisto a ser docente en esos términos", concluye el ex profesor.
Fuente: www.clarin.com