(Noticias24.com) Especialistas e investigadores de la Universidad de Delft (Holanda) en colaboración con el Instituto Internacional Ibérico de Nanotecnología, desarrollaron el primer disco duro que guarda la información átomo a átomo.
Al iniciar las investigaciones procedieron a evaporar cloro, cubriendo con ello una superficie de cobre, al cabo de un tiempo se formó una capa de un solo átomo de cloro que cubrió totalmente la superficie de cobre. A partir de ese punto, al proceder a interrumpir el proceso de síntesis, se alcanza una combinación de átomos de cloro y espacios vacíos en la superficie.
Para evitar ese resultado, se hizo uso de un microscopio de efecto túnel, que registró el estado electrónico de la superficie, con el que se puede detectar fácilmente la diferencia entre un átomo de cloro y un espacio vacío.
Los científicos decidieron almacenar la información moviendo los átomos alrededor, labor que se pudiesen hacer con facilidad, alcanzando una tasa de error de menos del uno por ciento. Tomando como referencia si el átomo está en el “top” de su nivel para almacenarlo, al alcanzar dicha posición, el bit almacena en un nivel referencia a uno, pero si esta en la parte inferior, se almacena un cero.
Posteriormente se dividieron los datos en bloques de ocho bytes, separados por cuatro átomos. Para distinguir cada bloque se valió de la ubicación de átomos asignados en la parte superior izquierda. Si en el bloque había átomos insuficientes o agujeros se marcó como un bloque defectuoso.
Además de ello también se registró el equivalente a un sistema operativo para el disco duro, como se muestra en el vídeo. Este cumple con escanear la superficie del cobre, realiza el conteo de los átomos y agujeros, luego calcula la mejor manera de colocar los bloques.
Sin embargo dicho sistema no es muy eficiente, ya que toma dos minutos escribir un solo bloque y otro minuto para leerlo. Incluso con un microscopio de efecto túnel de alta frecuencia, el ancho de banda máximo es de 1 Mbit/segundo.
Aún así, funciona, ya que los autores codificaron un mensaje con un tamaño de un kilobyte. Los datos que ellos escribieron fue parte del texto de una conferencia de Richard Feynman llamado “hay mucho sitio al fondo” además de un pasaje de Darwin sobre “el origen de las especies”.
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