A finales de los 80, los mayores bancos del mundo (Citibank, Chase Manhattan, HSBC, Midland Bank y otros muchos) estaban al borde de la bancarrota. En algún lugar, alguien -nadie sabe quién o, al menos, no lo dice- tomó la decisión de acudir al rescate de las entidades cuya imprudente política crediticia durante el final de la década de los 70 y la de los 80 les había conducido a la insolvencia, y salvar de esta manera al sistema bancario.
Así se creó un sistema en el cual cantidades inimaginables de dinero aparecieron como por arte de magia. Desde entonces se ha venido utilizando este sistema secreto a la hora de afrontar crisis financieras.
La verdad está sólo al alcance de una élite.
El Proyecto Hammer, iniciado en 1988 y que duró, aproximadamente, hasta 1992, fue el primero de una serie de prácticas bancarias altamente secretas (conocidas como Programas de Negociación de Garantías) que se emplearon para crear, como por arte de magia, ingentes cantidades de dinero para su utilización en proyectos específicos. Detrás de Hammer se encuentran la CIA, el FBI, agencias nacionales de seguridad de todo tipo, el Pentágono, el Tesoro Estadounidense y la Reserva Federal.
Hammer trata de dinero. Es una forma de creación de dinero que escapa a cualquier forma de supervisión o responsabilidad pública. Tanto dinero, de hecho, que pondría en tela de juicio cualquier certeza que se crea tener acerca del mundo de la banca, las finanzas y la economía.
También se trata del submundo de la banca y las finanzas, del que se niega su existencia. Pero existe.
El mundo financiero, bancario y económico en la sombra en el que vivió el Proyecto Hammer, respiró y fabricó dinero del aire es el secreto más sucio de la economía occidental. Con frecuencia, esta tierra de nadie de la banca internacional se esconde del control público mediante la utilización inteligente de dos tipos de libros: uno que se pone a disposición del escrutinio público y el otro sólo para uso privado.
Estas inmensas cantidades de fondos secretos, ocultos bajo la categoría de Programas de Inversión de Alta Rentabilidad, se emplean en la financiación de una gran variedad de actividades clandestinas, que incluye proyectos militares secretos o necesidades geopolíticas, sin olvidar la salvaguardia de la estabilidad financiera mundial. Posteriormente se estableció una versión más sofisticada de Hammer, que se bautizó como EFG Jacobe.
Para iniciar los programas de negociación se emplean como garantías grandes cantidades de oro negro, dinero en metálico y otras formas de activos convertibles. También entran ciertas clases de pagarés y bonos emitidos por el Tesoro norteamericano que se colocan de forma confidencial entre los grandes bancos occidentales.
Estos activos nunca salen a la luz y los grandes bancos los emplean para respaldar la emisión de sus propias obligaciones paralelas, que pueden ascender a cientos de billones. Se negocian operaciones de compra/venta acordadas de antemano con importantes descuentos sobre el valor nominal de las emisiones de activos de los bancos.
Debido a que, en la actualidad, la negociación en los mercados financieros es electrónica y se realiza en cuestión de microsegundos, es imposible detectar estas operaciones excepto si se está contemplando la pantalla del ordenador en el mismísimo momento en que tienen lugar. La cantidad de fondos ilícitos generados de esta forma asciende a miles de billones, según fuentes internas de toda solvencia.
Una estimación a la baja indica que hay suficiente dinero para pagar toda la deuda nacional de EEUU y la de todo el mundo, en una estimación al alza.
Estos programas representan el verdadero cimiento de la cobertura financiera para operaciones cuya existencia siempre negarán los gobiernos. Esto se confirma en la declaración del general de brigada Erle Cocke, que ayudó a crear el Hammer original.
Cocke, gran maestre de los Caballeros de Malta, la orden secreta del Vaticano que presume de contar con numerosos miembros entre los servicios militares y de inteligencia de Occidente, murió de cáncer de páncreas 10 días después de su declaración. Aseguró que el programa Hammer se valoró en un billón de dólares en 1989. Esto lo confirma un documento emitido por el abogado suizo del último barón Krupp, que revela beneficios de "12 billones".
Según varios partícipes en el sistema con los que ha hablado este autor, Hammer empezó a operar en noviembre de 1989. Pocos de los que participan en las operaciones saben a ciencia cierta qué activos se emplean para garantizar las operaciones, aunque todos coinciden en el oro negro -el oro que japoneses y alemanes robaron y escondieron en Filipinas e Indonesia durante la II Guerra Mundial es uno de estos activos.
La cantidad de este oro negro empequeñece las cifras oficiales sobre stocks y convierte en una broma la creencia de que el oro es un metal precioso.
UNA CÁBALA SECRETA
Junto a Hammer y EFH Jacobe, hay otros programas menos conocidos como Kadillak y Grandmother. Sin embargo, el Proyecto Hammer destaca porque los fondos fueron desviados clandestinamente y los empleó una cábala secreta denominada Plunge Protection Team, que opera bajo la protección del Gobierno estadounidense para rescatar a numerosos grandes bancos que, a finales de los 80, estaban al borde de la quiebra. Se estima que PPT puede actuar en cualquier momento en que el Dow caiga durante un largo periodo de tiempo.
El Washington Post, en su edición del 23 de febrero de 1997, publicó un artículo titulado Plunge Protection Team en el que reconoció la existencia de un grupo de cuatro personas que podrían intervenir en los mercados para impedir salidas masivas de capital y una debacle en las acciones -que pudiera provocar un colapso económico si no había liquidez suficiente durante una venta masiva-.
El periódico identificó a Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal; a Arthur Levitt, presidente de la Securities and Exchange Commission (SEC, la CNMV estadounidense); a Brooksley Born, presidente de la Commodities Futures Trading Commisión (Comisión del Mercado de Futuros sobre Materias Primas) y Robert E. Rubin, secretario del Tesoro como el equipo de jugadores clave. Desde la creación de Jacobe, entidades privadas como Goldman Sachs, JP Morgan Chase, Merrill Lynch y otros grandes bancos también se vieron involucrados.
En relación con el crash bursátil de 1987, la mayor caída de la historia en una sola vez, el Washington Post observó que "la FED mantiene los mercados en funcionamiento inundando el sistema bancario con reservas y declarando públicamente que está preparada para facilitar créditos, si los necesitan, a las mayores instituciones financieras".
Posteriormente, el 5 de abril de 2000, el New York Post informó de que la bolsa había salido del abismo. Después de una caída de 500 puntos que parecía como si fuese a originar una verdadera crisis, "alguien comenzó a comprar grandes cantidades de contratos de futuros sobre el índice de la bolsa a través de dos grandes firmas intermediarias: Goldman Sachs y Merrill Lynch", publicó el periódico.
Como los dólares estadounidenses constituyen la piedra angular de cualquier actividad del programa, el gobierno norteamericano, por supuesto, se lleva una parte. Un porcentaje de los ingresos se recauda a través de acuerdos impositivos negociados con entidades off shore, ubicadas en paraísos fiscales.
Una parte de la participación del Gobierno en los beneficios de las operaciones se destina al Exchange Stabilisation Fund (Fondo de Estabilización de los Mercados). Aquí se une con otros fondos y se utiliza para apuntalar la economía americana -entre otras maniobras- manipulando el precio del oro para mantenerlo bajo un nivel predeterminado.
En su forma más simple, se toma en préstamo, a un tipo de interés ridículo, el oro de un tercero -ya sea el de America, Alemania, Reino Unido o Goldman Sachs-, y se vende en el mercado. Esto proporciona un pingüe beneficio en dólares casi libre de intereses. Cuando el mercado parece agitado, o acciones clave están bajo presión, se lanzan a comprar, comprar y comprar.
Los programas de negociación como Hammer y Jacobe son propiedad de muchos gobiernos, sus ministerios de Finanzas y de los más importantes bancos internacionales, especialmente de las naciones del G-7.
Al examinar las técnicas empleadas en la constitución de Hammer, uno se sorprende no sólo por la complejidad de todo el entramado, sino también por la forma en que los bancos y los servicios de inteligencia involucrados, como la CIA, estructuran las cosas para protegerse a sí mismos de toda responsablidad.