Las lecciones que Albert Einstein dejó con su legado son una excelente forma de aprender y entender la foma de ver las cosas según su óptica de genio.
Después de varios años de esfuerzo, el genial Albert Einstein resumió, en solamente dos páginas, el trabajo de toda su vida: la teoría general de la relatividad. Fue entonces que decidió compartir uno de sus secretos más celosamente guardados con su hijo mayor, Hans Albert.
Corría el año 1915, cuando Albert Einstein, de 36 años de edad, vivía la inquietante cotidianeidad de la ciudad de Berlín, estremecida por los fuegos de la Primera Guerra. Mientras tanto, su primera esposa, Mileva, y sus dos hijos, Hans Albert y Eduard, vivían en Zúrich, alejados del conflicto bélico.
Eufórico, tras formular su revolucionaria teoría, Einstein escribió una carta a su hijo mayor, Hans Albert. Además de agradecerle las cartas que el pequeño de once años escribía, el físico le prometió pasar una temporada juntos, cada año, al tiempo que compartió su flamante logro científico.
"Puedes aprender muchas cosas buenas y bellas de mí, algo que nadie más puede ofrecerte tan fácilmente. Lo que he logrado con muchísimo trabajo extenuante no sólo está allí para unos extraños, sino sobre todo para mis propios chicos. Estos días he completado una de las obras más bellas de mi vida. Cuando seas mayor, ya te contaré", escribió en la carta recopilada por el libro 'Posterity: letters of great Americans to their children', en 2008, una recopilación en la que Einstein, ciudadano estadounidense desde 1940, fue incluido.
"Estoy muy contento de que encuentres alegría en el piano (…). Toca principalmente las cosas que te gusten, incluso si el maestro no te las da como tarea. Esa es la manera de aprender más: cuando estás haciendo algo con tanto gusto que no te das cuenta del paso del tiempo. A veces estoy tan envuelto en mi trabajo que me olvido del almuerzo", confesó el científico.
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Fuente: ve.tuhistory.com