Claramente la referencia es a Chelsea, ganador de la Liga de Campeones de Europa.
Luego de haber llegado a la final dejando en el camino nada menos que al Barcelona, jugando un fútbol poco atractivo, desde luego que válido, el conjunto inglés se enfrentó al Bayern Munich, que a diferencia de su rival, en un partido muy complicado ante el campeón de la Liga BBVA, el Real Madrid, jugó verdaderamente "a la pelota", como le gusta a los hinchas, y mostró por qué luego fue finalista.
En la tarde alemana de ayer, todas las expectativas, los preámbulos y las elucubraciones, quedaron en el pasado una vez que el reloj del árbitro se puso en marcha y el balón rodó.
El equipo local fue superior en todo momento. En ciertos pasajes de partido, Chelsea tuvo destellos individuales, como el del minuto final, cuando Drogba silenció al mundo y envió las cosas a tiempo extra.
Nada que hacer para un Bayern Munich que propuso durante los 30 minutos y un visitante que esperó agazapado sin correr ningún riesgo.
El momento de los penales llegó y el primer error fue de color azul, para que pareciera que todo volvía a su orden natural.
Pero no fue así. Una atajada de Cech y un palo, fueron suficientes para que Chelsea levante una copa que, según el desarrollo de la Champions, no fue del todo merecida.
Así es el fútbol. Los goles no se merecen, se hacen. El campeón de la FA cup 2012, convirtió más que su rival y por lo tanto se llevó los festejos.