Víctimas del Gardasil en Colombia: Testimonios de una joven afectada y de un experto en EE. UU.

 
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Su nombre es María Paula Cortés, estudiante universitaria, desde que le aplicaron la tercera dosis de Gardasil, su salud se deterioró notablemente; ahora sufre de dolores constantes en todo el cuerpo, debilidad muscular, sangrado en las narices y las encías. La rodilla y el tobillo izquierdos se le están desviando, debe caminar con la ayuda de un bastón y ya no puede asistir a la universidad.

Víctimas del Gardasil en Colombia: Testimonios de una joven afectada y de un experto en EE. UU.


El experto estadounidense, Lloyd Phillips, es un investigador de enfermedades infecciosas, especialista en genética. Por cinco años ha estudiado los tenebrosos efectos secundarios del Gardasil, y ha revelado exactamente cómo opera esta vacuna y por qué causa los graves efectos secundarios que está causando en niñas y jovencitas de todo el mundo.

En Colombia estamos ante una crisis potencial de proporciones mayúsculas causada por esta vacuna “gratuita y obligatoria” por “Ley de la República”. Se supone que la vacuna, Gardasil, sirve para combatir el cáncer uterino, el cual podría ser causado por el virus del papiloma humano. La vacuna ha sido denunciada internacionalmente por ser peligrosa e ineficaz, sin embargo, en Colombia se aplica sin informarles a las niñas y jóvenes o a sus padres de sus posibles y espantosas consecuencias. El director de vacunación de Minsalud, Alejandro García, asegura que el gobierno “confía en el informe de la Organización Mundial de la Salud”, que le da visto bueno a la vacuna y que asegura que no hay una asociación entre el desarrollo de alguna enfermedad con la aplicación de la vacuna.

Lina Trujillo del Instituto de Cancerología dice que la vacuna solo protege contra el VPH y no contra otras enfermedades, “no quita la posibilidad de que tenga otras enfermedades y en la adolescencia es el momento en que empiezan a aparecer enfermedades como el lupus y como la artritis reumatoide” La única contraindicación es “el embarazo” y por eso la especialista no duda en recomendarla…

Sin embargo, ni el director de vacunación del Ministerio de Salud, ni Lina Trujillo, del Instituto de Cancerología parecen tener la más mínima información de lo que realmente está haciendo la vacuna, ni mucho menos parecen haberlo investigado. La Organización Mundial de a Salud, que parece ser la Biblia de la campaña de vacunación con Gardasil en Colombia, ha sido cuestionada seriamente por su complicidad con las compañía farmacéuticas para impulsar campañas de vacunación, cuyo mayor efecto es el enriquecimiento de los fabricantes de las mismas.
(ver: http://despiertavivimosenunamentira.com/2013/07/21/confirmado-muertes-y-enfermedades-por-vacunas-al-descubierto/)


El caso de María Paula Cortés es ilustrativo al respecto. Se hizo aplicar las tres dosis de la vacuna, y aunque sintió algunos síntomas secundarios con las dos primeras aplicaciones, la tercera fue la que empezó a enfermarla seriamente. Entrevistada vía Skype, y con visibles signos de dolor e incomodidad, ya que no puede permanecer sentada en una silla por largo tiempo, ella nos contó los síntomas que sintió después de la tercera dosis de la vacuna:

En los primeros 15 días, ella experimentó: Fiebre, vómito, diarrea, dolor de huesos, dolor de articulaciones, migraña, cosquilleo, corrientazos en la cadera y la espalda, dolor en el cuello, un día perdió la movilidad de todo el cuerpo por 2 horas, mareos insomnio.

María Paula estaba lejos de sospechar que los síntomas, en vez de mejorar, empeorarían. Empezó a acudir a citas médicas, le hicieron más de 40 pruebas de laboratorio. El diagnóstico de los médicos era unánime: Todas sus pruebas eran perfectamente “normales”, ella no tenía nada… mientras que los síntomas empeoraban. A los anteriores síntomas les siguieron unos más severos, que incluían: Dolor en todas las articulaciones del cuerpo, dolor en todos los huesos, dolor en el cuello, dolor en el cuero cabelludo, dolor fuerte en la cadera, la espalda, las rodillas, pérdida de fuerza en la pierna izquierda, dolor fuerte en las muñecas, mareos, cosquilleo en todo el cuerpo, corrientazos en la columna, en la cadera, en los brazos y en las piernas; dificultad de respirar en algunos momentos del día, dolor en el pecho, sangrado en nariz y encías, cosquilleo fuerte en la espalda, desviación de la rodilla izquierda y el tobillo izquierdo, insomnio.

A pesar de todos estos síntomas, ni las observaciones médicas ni las pruebas eran útiles para llegar a un diagnóstico, hasta que un médico se atrevió a preguntarle: “¿La han vacunado recientemente?” Entonces, para María Paula, la asociación entre la vacuna y sus males, se hizo evidente. Y no estaba equivocada.

Ella está actualmente agobiada por el dolor, le es difícil caminar y siente que su salud se deteriora cada vez más. Sus síntomas son consistentes con el síndrome causado por el Gardasil. Aunque no afecta de igual manera a todas las niñas que se vacunan, un porcentaje de las mismas será afectado de una manera grave por la vacuna, la cual puede llevar a la parálisis e incluso a la muerte. Ni Merck (el fabricante) ni el gobierno colombiano acepta que la vacuna esté produciendo todos estos graves síntomas, lo que es más levantan un dedo acusatorio a quienes denuncian esta situación, como si las víctimas no existieran, todo para encubrir de una manera criminal que esta vacuna SÍ es en verdad un peligro social, el equivalente a arrojar ácido a la cara de una mujer, pero esta vez a través de una jeringa. Los derechos reproductivos y de salud de las niñas y la juventud colombiana les está siendo negados, una vez que la vacuna se le ha retirado el apoyo en otros países, como en Japón, por ejemplo, ya que puede llegar a causar esterilidad. Lo que es más, dice el investigador Lloyd Phillips, si una niña que ya tiene el VPH, es vacunada, su riesgo de contraer cáncer aumenta en un 500%. Los médicos colombianos NO conocen o se niegan a aceptar los riesgos de esta vacuna, el tratamiento para las víctimas es inexistente.

He aquí lo que el investigador Lloyd Phillips me explicó desde los EE. UU. acerca de la vacuna:

La vacuna usa un coadyuvante de aluminio, ya que en 1920, un hombre de apellido Glinny, descubrió que el aluminio estimulaba el sistema inmunológico, y un francés de apellido Ramón, a su vez descubrió que el aluminio usado en una vacuna aplicada a un caballo que tuviera una infección, hacía que su sistema inmunológico produjera más anticuerpos. Pues bien, los estudios del aluminio se quedaron en 1920, ya que Phillips encontró que si el aluminio, que se continúa usando en las vacunas, no salía del sistema después de la aplicación del Gardasil, ocasionaba una respuesta masiva del organismo de producción de anticuerpos contra cada virus o afección que la persona hubiera tenido, incluso contra gérmenes que se pensara que habían sido eliminados del sistema hacía mucho tiempo. El aluminio, a raíz de esta respuesta, causa una inflamación en el cuerpo; y en el sistema digestivo hace que empiece a atacar las proteínas de los alimentos. El cuerpo comienza entonces a producir histaminas, para combatir lo que percibe como alergia a los alimentos y cuando se consumen alimentos ricos en histaminas, (como la berenjena, la espinaca o el tomate, nota del autor), esto causa mareo y dolor de estómago. El resultado de esto, según Phillips, es que a medida que se inflama más el tracto digestivo, absorbe menos nutrientes necesarios para mantener el equilibrio químico en el cuerpo, lo cual puede llevar a una consecuencia fatal. Phillips también anota que el cuerpo puede no distinguir entre la inflamación y la “respuesta de defensa o huida” , la cual fuerza a la persona a excretar magnesio, lo cual origina una deficiencia del mismo. Esta deficiencia, según él tiene muchos síntomas, tales como: espasmos musculares, dolor, irritabilidad, arritmias cardiacas, dolores de cabeza, fragilidad de los huesos y otros más…

En resumen, dice el investigador, este tipo de vacuna fue hecha para personas con “un sistema inmunológico perfecto”, para personas sin enfermedades o mutaciones genéticas, lo cual no existe en la realidad.

La vacuna, entonces, puede llegar a producir todos estos síntomas, según las condiciones genéticas y médicas de la persona que la recibe, cosa acerca de la cual Merck ni el gobierno colombiano están informando al público. En el caso de María Paula, tal como relatara ella, cuando le aplicaron la primera dosis, tan solo le dieron la información del fabricante que venía con la vacuna, pero donde jamás le advertían que todos esos síntomas de los que ella está sufriendo pudieran tener lugar.

“A mí me dijeron que me podía doler el brazo la próxima semana, que tenía que esperar 15 minutos antes irme de Liga contra el Cáncer, porque algunas niñas se desmayaban y que la semana siguiente iba a sentir molestias, pero que era normal por la vacuna, y así fue… me apliqué la segunda dosis y la segunda dosis me dolió un poco más… los siguientes meses yo comencé a presentar cansancio y dolor de espalda, pero yo pensaba que era por mis actividades diarias… tenía dolor en la espalda baja y en el cuello… la tercera dosis me la apliqué el 20 de enero de este año y el dolor fue muchísimo mayor que en las dos dosis anteriores… empecé a experimentar varias cosas… inmediatamente salí de vacunarme empecé a experimentar mareo, sentía muchísimas ganas de vomitar, obviamente me dolía mucho el brazo… ellos me advirtieron lo del mareo, lo de las ganas de vomitar y lo del brazo y que la semana siguiente también me iba a doler el brazo, pero la semana siguiente lo que presenté fue fiebre, vómito, diarrea, migrañas fuertísimas, duré 15 días con vómito, diarrea y migraña… obviamente, yo fui al médico y me dijeron que lo que pasa es que hay un virus, puede ser este virus… una noche me senté en el sofá de mi casa, y me quedé acostada, me empecé a sentir muy mal, tenía muchísima fiebre, hasta que me di cuenta que yo no me podía levantar del sofá”…

A partir de allí siguieron los síntomas, cada vez más debilitantes, que ella describiera antes. Los síntomas siguen en aumento, y por el momento, la única esperanza de María Paula es ir a los EE. UU. para recibir tratamiento, ya que en Colombia no existe un protocolo para tratar estos casos, pues según el gobierno no existen.

Y, ¿cuál es el papel de Merck, el fabricante de la vacuna en todo esto?

Según Lloyd Phillips, las ganancias que obtiene la compañía es lo que motiva la existencia de esta vacuna, ya que una dosis cuesta 68 centavos de dólar para producirla (unos $1360 pesos) , y en Colombia para obtenerla privadamente cuesta el equivalente a $60 dólares (unos $120 mil pesos) y en los EE. UU. hasta $200 dólares (unos 400 mil pesos). Colombia ha gastado $300 millones de dólares en una vacuna cuestionada y que ya comienza a cobrar víctimas en Colombia. Siguiendo las estadísticas de Lloyd Phillips, de esos $300 millones de dólares que pagó Colombia, $298.980.000 (casi $299 millones) fueron de ganancias para Merck. Colombia compra una vacuna barata, a precios inflados monstruosamente y por 68 centavos de dólar, no solo arruina una vida, sino que para tratar que esta persona recupere la salud, se tendrán que gastar miles de dólares en el proceso, y sin haber prevenido ningún cáncer, como promete la vacuna, sino más bien causando una serie de enfermedades que antes no existían.

Estamos, entonces, ante una emergencia de salud inducida por una vacuna que jamás se comprobó que sirviera para prevenir ningún cáncer, que está causando estragos en la niñez y en la juventud alrededor del mundo, contra la que ha habido millonarias demandas en los EE. UU. (el gobierno de EE. UU. ya ha pagado más de seis millones de dólares a las víctimas) y que ha sido rechazada en varios países, por ejemplo en la India y el Japón, pero que en Colombia seguirá causando más víctimas, a menos que se detenga inmediatamente su aplicación “gratuita y obligatoria”. El gobierno colombiano, además, se expone ahora a millonarias demandas por impulsar esta vacuna y obligar a que las niñas se la apliquen, sin informarles de los grandes riesgos ya conocidos a nivel mundial, que el gobierno mismo pretende ignorar.

Mario Lamo Jiménez
[email protected]

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