La también llamada ofensiva de las Ardenas, fue una gran ofensiva alemana lanzada a finales de la Segunda Guerra Mundial (16 de diciembre de 1944 – 25 de enero de 1945) a través de los densos bosques y montañas de la región de las Ardenas de Bélgica, Francia y Luxemburgo en el Frente Occidental. La ofensiva alemana obtuvo un gran éxito inicial pero los aliados pudieron reaccionar y contener el avance alemán hasta hacerles perder la iniciativa.
La brutal batalla, las condiciones climatológicas de aquellas fechas (en pleno invierno con una fuerte nevada y espesa niebla) y la dureza del terreno (montañas y bosques densamente poblados) fueron las causas de que muchas unidades aliadas y alemanas quedasen aisladas, dispersas y sin comunicación con su respectivo Estado Mayor. Algunos grupos decidieron atrincherarse y resistir frente al enemigo o, si tenían más suerte, esperar la llegada de los suyos. Un sargento y un pelotón americano decidieron seguir avanzando pero después de varios días perdidos en la inmensidad de los bosques, ateridos por las bajas temperaturas, sin apenas comida y con la moral por los suelos, decidieron rendirse si se encontraban con el enemigo. Cuando tuvieron frente a ellos a un grupo de alemanes, tiraron las armas y levantaron las manos para rendirse pero… los alemanes, que se encontraban en su misma situación, habían hecho lo mismo.
Ambos grupos habían decidido seguir la misma estrategia. Así que, ahora cómo lo arreglaban… acordaron echar a cara o cruz quién se rendía. Ganaron los americanos e hicieron prisioneros a la patrulla alemana. Cuando los americanos consiguieron localizar a los suyos fueron felicitados por su gesta… ¡Lo que hace la suerte!