La primera gran ciudad del mundo en quedarse sin agua Conocida por ser un famoso destino turístico,

 
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Conocida por ser un famoso destino turístico, Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, enfrentará una fuerte sequía que, sumada al crecimiento demográfico, generaran desabastecimiento en los próximos años.

La primera gran ciudad del mundo en quedarse sin agua  Conocida por ser un famoso destino turístico,

Daniel Meza*, Medio Ambiente, En: elespectador.com, 15 de enero de 2017, 9:22 a.m.

La conocemos por la Montaña de la Mesa, los pingüinos africanos o los paisajes veraniegos y el mar: con todo esto, Ciudad del Cabo es un destino turístico reconocido. Ahora podría ganar una fama infeliz: ser la primera gran ciudad del mundo en quedarse sin agua.

Solo tres meses de plazo tiene esta metrópoli para quedarse sin agua, según los últimos estimados hechos públicos por la alcaldesa Patricia de Lille esta semana en un comunicado en el que dio detalle sobre los niveles de las represas y los proyectos para paliar esta situación.

Esta crítica situación ha sido causada a raíz de tres años de precipitaciones bajísimas, sumadas al incremento de consumo de una población creciente. De llegar a producirse el desabastecimiento, los grifos ya no distribuirán el agua, y los habitantes de aquella región deberán acudir a puntos de repartición para colectar el líquido.

El gobierno local intenta abordar la situación con plantas de desalinización para hacer el agua del mar bebible, proyectos de extracción de agua subterránea y programas de reciclaje de la misma. En tanto, los casi 4 millones de son urgidos a conservar el agua y usar no más de 87 litros al día. Los negocios de aseo de autos y mantenimiento y rellenado de piscinas han sido prohibidos. Y hasta el equipo indio de cricket ha sido llamado a limitar su utilización de las duchas a dos minutos.

Quienes superen el límite establecido recibirán una multa de entre 400 y 800 dólares. Igualmente, los negocios deberán reducir sus consumos en un 45% a 60%.

Las razones detrás de esta sequía

De acuerdo a Kevin Winter, profesor de la facultad de Ciencias Ambientales y Geográficas de Universidad de Ciudad del Cabo, las razones están detrás del crecimiento demográfico: desde 1995, la población creció un 79%, desde 2.4 millones a 4.3 millones en el 2018. En el mismo período, la capacidad de las represas se incrementó solo un 15%. La represa del río Berg, que empezó a almacenar agua en el 2007 fue la única adición de infraestructura de este tipo desde 1995. La crisis hubiera empezado mucho antes si no hubiese sido por un manejo, después de todo, efectivo de las autoridades del consumo de agua.

Winter también observa que un factor importante es el aumento sin precedentes del dióxido de carbono en nuestra atmósfera, generando cambios en el sistema global debido al aumento de temperatura, incrementando la intensidad y duración de los periodos de sequía. Sugiere que el fenómeno no es temporal ni se resolverá en un año o dos. “Se trata de un problema de largo plazo, y necesitaremos ayuda importante del gobierno para hacer el suministro de Ciudad del Cabo sostenible”.

La crisis es mundial

En comparación, el consumo medio en España es de 130 litros por persona y día. En cuanto a Latinoamérica, el promedio por persona es sorprendentemente mayor: en Argentina 317, en Uruguay 158, Chile 168 y Brasil 164. Perú, por otro lado, supera los 250, mientras que México llega los 366 litros diarios. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda utilizar 50 litros de agua por día y por persona.

Los problemas de agua no solo se reducen a Ciudad del Cabo. Casi 850 millones de personas no tienen acceso a agua para beber saludable, indicó la OMS, y las sequías se están incrementando.

*Este artículo fue publicado originalmente en N+1, ciencia que suma.

Publicado en:

https://www.elespectador.com/noticias/medio-ambiente/la-primera-gran-ciudad-del-mundo-en-quedarse-sin-agua-articulo-733395


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Ciudades en el mundo, sin agua


Al entrar al milenio urbano --con la mitad de la humanidad ya residente en ciudades y metrópolis-- un tercio de la población urbana, 1.000 millones de personas, viven sin servicios sanitarios u otros servicios básicos adecuados. No cabe duda de que las ciudades son centros de oportunidad. Pero cuando carecen de agua limpia, servicios sanitarios y servicios básicos aceptables se cuentan entre los entornos más peligrosos sobre la Tierra, amenazando la vida misma de sus habitantes.

La estadística nacional a menudo oculta la verdadera magnitud del problema. La mayoría de las encuestas existentes asumen que, con los servicios de agua y sanitarios “mejorados”, todos los residentes urbanos están mejor servidos que los pobres en las zonas rurales. Basadas en tales criterios, las estadísticas oficiales reportan que un 94% de todos los habitantes urbanos cuentan con suministros de agua mejorados y 84% tienen servicios sanitarios mejorados.

Sin embargo, los datos a nivel urbano de 43 ciudades africanas revelan que un 83% de los habitantes carecen de váter conectado a las cloacas; en las grandes ciudades asiáticas, la cifra es del 55%. En Mahira, un sector de la barriada Haruma en Nairobi, existe un solo váter con diez unidades y dos baños para un asentamiento de 332 hogares con un total de 1.500 habitantes. Una encuesta llevada a cabo en 1998 entre 7.512 hogares en Ahmedabad halló que 80% carecían de conexión de agua corriente y 93% dependían de servicios comunales antihigiénicos con inodoros sucios.

Lo que indican estos estudios urbanos individuales es que, cuando la evaluación se amplía para medir la proporción con acceso a agua segura y servicios sanitarios limpios, el número de residentes urbanos inadecuadamente servidos es mucho más alto del reconocido oficialmente.

Usando estos criterios, el nuevo informe de Naciones Unidas-Hábitat sobre agua y servicios sanitarios en las ciudades del mundo (Water and Sanitation in the World’s Cities) calcula que hasta 150 millones de residentes urbanos en Africa (hasta un 50% de la población urbana) carecen de adecuado suministro de agua, mientras 180 millones (o sea más o menos un 60%) carecen de servicios sanitarios adecuados.

En las zonas urbanas de Asia, 700 millones de habitantes (aquí también la mitad de la población) carecen de agua adecuada, mientras 800 millones de habitantes (igualmente un 60%) no disponen de servicios sanitarios adecuados. En América Latina y el Caribe, las cifras correspondientes son 120 millones y 150 millones de residentes urbanos, lo cual representa 30% y 40%, respectivamente.

El impacto que la situación ejerce sobre los pobres está bien documentado. Cada año es posible atribuir 2,2 millones de muertes --un 4% de todas las muertes en todo el mundo-- directamente a la inadecuada provisión de agua limpia y servicios sanitarios. Las mujeres gastan muchas horas en buscar agua. Los pobres pagan diez a cien veces más por cada litro de agua que los ricos.

Al nivel microeconómico, la falta de agua limpia y servicios sanitarios ejerce un impacto directo sobre la productividad laboral. Se estimó que el PIB del Perú perdió unos 232 millones de dólares en un solo año en 1991, cuando el país sufrió una epidemia de cólera.

Si hemos de alcanzar el Objetivo de desarrollo para el milenio (ODM) de reducir a la mitad la proporción de personas sin acceso a agua limpia y servicios sanitarios adecuados para el año 2015, será necesario que la comunidad internacional encare los problemas de los pobres urbanos. En un mundo de rápida urbanización, el logro de esta meta también está íntimamente vinculado con el compromiso del ODM de mejorar las condiciones de vida de por lo menos 100 millones de residentes en barrios bajos para el año 2020.

A pesar de la creciente urbanización de la pobreza, muchas agencias de donantes internacionales evitan prestar apoyo a programas enfocados en las poblaciones urbanas, suponiendo que los pobres en las ciudades son privilegiados en comparación con los pobres que viven en zonas rurales. Solamente entre un 2% y 12% de la financiación de las agencias que publican datos desglosados tiende a destinarse a proyectos urbanos. Es imperativo incrementar esta proporción si han de alcanzarse los ODM.

Hay indicios de que en efecto se pondrán a disposición sumas de dinero más grandes para inversiones en agua y servicios sanitarios para los habitantes urbanos pobres. El compromiso del Banco Asiático de Desarrollo (BAsD) y del Gobierno de los Países Bajos de financiar el Programa de Agua para Ciudades Asiáticas de Naciones Unidas-Hábitat viene al caso. Y cosa más importante, el BAsD también acordó poner 500 millones de dólares para créditos de vía expedita a disposición para la inversión en el sector urbano del agua y los servicios sanitarios en favor de los pobres.

Una inversión mayor es crítica, pero más crítica aún es la urgente necesidad de encontrar mecanismos más exitosos para proveer agua y servicios sanitarios a los pobres. Resulta interesante observar que la corrupción y el mal gobierno fueron las principales razones citadas por la mayoría de las agencias de ayuda y los bancos de desarrollo para retirarse de los proyectos de inversión de capital en gran escala en las zonas urbanas en el mundo en desarrollo en los años 1980.

Al mismo tiempo, las empresas y los banqueros multinacionales tienden a buscar inversiones en gran escala, con valores de 100 millones de dólares o más, que servirían a más de 1 millón de habitantes. A su juicio, los proyectos destinados a vecindarios y comunidades específicos de pobres urbanos no son viables del punto de vista del banco.

Otra razón por la cual la provisión de agua y servicios sanitarios es tan inadecuada para tan gran parte de la población urbana de África, Asia y América Latina es que las inversiones en agua y servicios sanitarios fueron hechas en ciudades con sistemas políticos que no estaban interesados en mejorar las condiciones para los grupos de bajo ingreso. Donde recurrieron a la privatización, resultó difícil reconciliar los intereses y prioridades de las grandes empresas privadas con las inversiones lentas, difíciles y a menudo costosas necesarias para asegurar un suministro adecuado para los pobres.

Muchas autoridades locales todavía subestiman la importancia de las prácticas inclusivas de buen gobierno en dar prioridad a la entrega de servicios a los pobres urbanos. No obstante, la experiencia de Naciones Unidas-Hábitat demuestra que la exitosa administración de la demanda de agua a este nivel puede redundar en beneficios para la comunidad como un todo.

El programa “Agua para Ciudades Africanas” de Naciones Unidas-Hábitat, un seguimiento directo de la Declaración de Ciudad del Cabo de 1997 adoptada por Ministros africanos, es la primera iniciativa de este tipo encaminada a prestar ayuda a los municipios en administrar la creciente demanda de agua al mismo tiempo de proteger sus fuentes de cada vez mayor derroche y contaminación.

Hasta un 50% del suministro de agua urbano en muchas ciudades africanas es despilfarrado por escapes o sin otras explicaciones. Por lo tanto, el programa está trabajando con los municipios de Abidján, Accrá, Adis Abeba, Dakar, Dar-es-Salaam, Johannesburgo, Lusaka y Nairobi para establecer una estrategia de ordenación efectiva de la demanda para alentar a los usuarios domésticos, la industria y las instituciones públicas a usar el agua en forma eficiente. Varias ciudades ya han reducido su consumo de agua en un 35%.

Muchos estudios de casos bien documentados demuestran que es perfectamente posible mejorar las condiciones de vida de los pobres urbanos si los gobiernos locales conceden a las organizaciones basadas en la comunidad --especialmente aquellas que representan a los residentes pobres-- un papel más importante en la decisión de las políticas y proyectos.

El Proyecto Orangi de Pakistán, de fama mundial, fue un importante pionero en esto, demostrando cómo más de 90.000 hogares eran capaces de proveerse con letrinas de descarga de agua de bajo costo. En la zona de Zambizanga de Luanda, Zambia, una asociación entre la autoridad local, el sector privado y la comunidad aseguró que los pobres pudieran obtener agua limpia a un precio razonable. La clave del éxito, en cada uno de estos casos, han sido las alianzas del sector público con el privado que incluyen a los pobres mismos.

El informe de Naciones Unidas-Hábitat sobre agua y servicios sanitarios documenta muchos de estos estudios. Sostiene que alianzas público-privadas que dan prioridad a inversiones de pequeña escala a nivel de la comunidad constituyen una manera rentable de solucionar los problemas inmediatos de los pobres urbanos. Entretanto, unas estrategias para la ordenación efectiva de la demanda pueden proveer considerables ahorros de agua al mismo tiempo de aumentar el ingreso de la autoridad local. Esto permite a los municipios usar políticas de fijación de precio y medidas regulatorias para satisfacer las urgentes necesidades de los habitantes urbanos pobres.

Para alcanzar metas mundiales, todos debemos dar prioridad a las necesidades de los pobres para asegurar buenas medidas a nivel local. Debemos despertar a las realidades de la edad urbana, que condena a casi 1.000 millones de residentes en barriadas a sufrir los peligros y las indignidades asociados con la falta de agua limpia y servicios sanitarios adecuados. La comunidad internacional ha fijado las metas: si hemos de alcanzarlas debemos estar dispuestos a volver a considerar todo el problema.

Debemos volver a evaluar nuestras estadísticas. Debemos reexaminar nuestras políticas y preguntarnos por qué hemos fracasado en el pasado. Debemos crear nuevas estrategias de buen gobierno urbano. Debemos hacer mayores inversiones en infraestructuras urbanas. Y ante todo, en este milenio urbano, debemos despertar a la realidad de que la urbanización de la pobreza es uno de los más grandes retos con que nos enfrentamos hoy día

Anna Kajumulo Tibaijuka es Subsecretaria General de las Naciones Unidas y Directora Ejecutiva de Naciones Unidas-Hábitat.

Publicado en:

https://www.ourplanet.com/imgversn/141/spanish/tiba.html


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Cómo es el avance en la cobertura de acueducto en Colombia?

En zonas rurales, 3 millones de personas viven sin agua potable.

Por: Rredacción El Tiempo, Bogotá, Colombia, 22 de marzo 2015, 08:07 p.m.

El 28 por ciento de la población rural de Colombia enfrenta una situación crítica por la falta de acueducto, por lo que miles de personas hacen maromas para poder consumir agua de pozos y ríos, y se exponen así a enfermedades.

Esta cifra, que equivale por lo menos a 3,1 millones de colombianos, tiene en el Atlántico y el Pacífico a las regiones con mayor población carente del servicio.

Es tan evidente el atraso en el desarrollo en materia de acueductos rurales que la viceministra del Agua (adscrita a la cartera de Vivienda), Carolina Castillo, acepta que “el reto grande son las coberturas del campo, pues no hay un sistema integral que funcione, sino que toca mirar coberturas individuales. Nos toca ampliar esa cobertura. El rezago en las zonas rurales es muchísimo”. (Lea: Unicef lanza campaña por los niños de Manaure)

Castillo argumenta que el atraso es histórico y dice que se está trabajando para corregirlo. Según el Ministerio, en Colombia las políticas públicas para el agua en el sector rural han sido intermitentes. La última se diseñó a finales de los años 90 y hasta el 2012 no se estructuró un nuevo programa donde se proyectara llevar soluciones al campo.

En 20 años se pasó de cubrir el 41 por ciento al 72,8, lo que significa que por año solo se le dio soluciones a un 1,59 por ciento de la población. Es una cifra mínima, teniendo en cuenta que en Colombia hay 11’653.673 personas viviendo en el campo. Los más de 3 millones de pobladores rurales sin acceso al agua potable equivalen al número de habitantes de una ciudad como Cali.

Mala calidad

Aparte de las falencias en la cobertura, la calidad del agua que recibe el campo colombiano no es la mejor. Un informe del Instituto Nacional de Salud (INS) reveló que solo el 15,1 por ciento (900.000 personas) utiliza agua en buenas condiciones para consumo humano, mientras que el 43,6 por ciento usó agua baja en tratamiento o protección y el 23,3 por ciento usó agua cruda, tomada directamente de las fuentes.

Beber agua en condiciones que no son óptimas puede traer problemas de salud. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen por lo menos 25 enfermedades que pueden ser provocadas por la contaminación del líquido. En el caso de Colombia, las enfermedades más comunes por esta causa son hepatitis A, fiebre tifoidea/paratifoidea y enfermedad diarreica aguda, advierte el INS. Esta última cobró las vidas de 117 niños menores de 5 años en el 2013.

La dificultad para llevar agua al campo también tiene que ver con la ausencia de mecanismos adecuados.

Castillo explica que la operación que se requiere en estas zonas es diferente. Afirma que hay estrategias de inversión para el área rural dispersa y nucleada, en las que se incorporan soluciones alternativas para el suministro de acueducto, incluyendo tecnologías como pozos con bombas, pilas públicas, pozos sépticos y letrinas.

Aunque se trata de sistemas más económicos que los urbanos, Castillo señala que solo hasta dentro de 10 años se llegaría al 97 por ciento de cobertura de agua potable en sectores rurales.

Incluso así, ese plazo depende de que se haga efectiva una inversión de 7 billones de pesos. La viceministra agrega que hay un diagnóstico de los lugares donde no hay cobertura y que eso es un buen paso para cumplir el reto de tener agua en el campo. (Lea: Papa Francisco pide garantizar acceso a agua potable)

En zonas críticas, como La Guajira, a falta de respuestas estatales surgen iniciativas internacionales como la impulsada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), que quiere llevar agua a las escuelas de Manaure.

Un siglo esperando

Las falencias en el acueducto también dejan secos a muchos municipios de menos de 150.000 habitantes. Cisneros (Antioquia), ubicado a 83 kilómetros de Medellín, sobre la vía a Puerto Berrío, es uno de los casos más complejos, pues a pesar de que lo cruzan 26 quebradas y el río Nus –una de las principales fuentes hídricas de la región–, se ‘muere’ de sed.

A más de un siglo de su fundación, en este poblado, la única agua potable que se conoce es la que se ve en los botellones que cuestan 5.000 pesos y sirven “para hacer juguitos”, señala su alcaldesa, Nelly del Socorro Quintero.

“Todos saben que el líquido del municipio es un veneno”, dice, pero no hay otra alternativa, así que se abastecen de siete fuentes hídricas sin ningún tipo de tratamiento, y con esa cocinan y lavan ropa y platos.

La funcionaria asegura que el calvario de la región llegaría a su fin en julio próximo, cuando les entreguen el acueducto, pero algunos pobladores se resisten a creer esto después de tantos años sufriendo sin servicio.

En contraste, el desarrollo en los acueductos urbanos es destacable. El 97,2 por ciento de las zonas tiene acceso a agua potable, cifra jalonada por los indicadores de Bogotá, Cali y Medellín, donde la cobertura y la continuidad son prácticamente totales. Sin embargo, a muchos municipios que tienen acueducto no se les garantiza la continuidad en el servicio.

‘Quibdó estrenará acueducto en julio’

La región del Pacífico es la más rezagada en sistemas de acueducto y es la única que no alcanza a sobrepasar el 80 por ciento de cobertura en la zona urbana. Durante décadas, una de las grandes súplicas de la zona es el acueducto, para dejar de lado la única alternativa que han tenido para lavar, cocinar y bañarse: el agua lluvia.

El proyecto más adelantado, para salir del atraso, es el de acueducto para Quibdó (Chocó), que se entregaría en julio, según el Ministerio de Vivienda. La cobertura urbana pasaría del 33 al 95 por ciento. Seis proyectos completan la obra; uno de ellos beneficia a 898 familias con conexiones intradomiciliarias, dotadas de inodoros, duchas y lavamanos.

En el Chocó, la cobertura total del acueducto toca los límites más bajos, apenas el 25 por ciento, por lo que el Gobierno avanza en 19 proyectos, los más emblemáticos en Lloró, Tadó, Unguía, Jurado y Bahía Solano.

La cara no cambia en Buenaventura (Valle), uno de los municipios donde más se invierte para acueducto, pero donde los avances no se ven por la corrupción. En el puerto se realiza el proceso licitatorio para la planta de tratamiento; las que hay adolecen del paso del tiempo y no tratan agua con calidad.

Por el momento, se adelanta el diagnóstico de Buenaventura y se aspira a mejorar la línea de conducción. Esas obras son el primer paso para mejorar el servicio, que solo en cuatro años, según Minvivienda, tendrá cobertura del 98 por ciento. Igualmente, en el puerto de Tumaco (Nariño), donde se intervino el acueducto, la cobertura llega al 60 por ciento y se diseña un plan para optimizar la infraestructura de redes y la planta.

Cristian Ávila Jiménez
Redactor de Nación

Publicado en:

http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-15445939



Fuente: www.elespectador.com
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