Un llamado a la sensatez informativa en torno al coronavirus.

 
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El científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo es una de las voces más autorizadas para hablar sobre la verdadera incidencia biológica de virus y bacterias en los seres humanos. Es un médico virólogo reconocido mundialmente, director científico de la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia y respetado mundialmente por ser el creador de la vacuna contra la malaria. Voces autorizadas reclaman su postulación al Premio Nobel de Medicina, distinción que se le ha negado más por incidencias políticas que científicas. Es enfático al expresar que la malaria “aflige a 250 millones de personas al año; mueren aproximadamente 1500 al día. En lo que estamos viendo de esta epidemia de coronavirus es apenas dos y medio días de malaria”. Ni las organizaciones mundiales de la salud, ni mucho menos los medios de comunicación hacen referencia a este verdadero flagelo que azota a la humanidad. Su vacuna contra la malaria ha enfrentado todo tipo de resistencias y restricciones debido, nos atrevemos a creer, a intereses de multinacionales farmacéuticas que se lucran de esa verdadera pandemia que azota a la humanidad.

En lo que respecta al coronavirus y el papel desempeñado por los medios de comunicación y los comunicadores sociales es claro y enfático: “Estamos recibiendo información inapropiada de las entidades mundiales de la salud y los medios de información”, señala que son muchas las noticias falsas que circulan en las redes sociales y en los distintos medios al punto que “en 10 años llevamos más de diez pandemias…”. Aseveración sustentada en el manejo que las organizaciones mundiales de la salud y los medios de comunicación le dieron en los últimos diez años a enfermedades de origen bacterial o viral y que en realidad resultaron una falsa alarma que generó grandes y exorbitantes ganancias para las multinacionales farmacéuticas que usufructuaron el pánico que se generó entre la opinión pública.

Para el científico Manuel Elkin Patarroyo “El manejo que se le ha dado a esta información en los medios de comunicación nacionales e internacionales evidencia que cada vez hay menos especialistas en temas de la ciencia para informar de una manera adecuada”, y concluye, acertadamente, que “Los medios no tienen una adecuada asesoría científica”. Es explícito al relatar una de sus vivencias en uno de los más prestigiosos e importantes periódicos, el New York Times, con motivo de una visita suya con el fin de brindar información de tipo científico: “El New York Times contaba con una nómina de ochenta periodistas especializados en temas científicos”. Hecho difícil e imposible para nuestros medios regionales o nacionales.

Lo cierto es que el científico Manuel Elkin Patarroyo es una voz autorizada y sensata para abordar temas de carácter biológico y, en consecuencia, su mensaje debe también ser difundido y analizado en los diferentes medios de comunicación. Como también es cierto que la estrategia diseñada y promovida por organizaciones mundiales de salud dejan en evidencia unos intereses oscuros y con clara incidencia psicológica en la opinión pública. Se ha generado un caos, un pánico, un desorden informativo que nos hace ver a una persona con una simple gripa como un sospechoso de portar una arma biológica en su organismo. Hemos visto actitudes torpes y estúpidas de dirigentes y gobernantes promoviendo saludos con el codo o con el pie, pretendiendo así proteger la salud de cientos y miles de habitantes. Lo único que logran es dañar la imagen de una región o de un país al extremo de que se interrumpen los afectos comerciales y económicos con otras naciones. Lo inverosímil de estas actitudes deja en evidencia lo poco preparados que estamos para asumir correctamente una crisis sanitaria. Los gobernantes deben dar ejemplo de sensatez al momento de abordar un problemas de tales proporciones. El daño que se le puede hacer a la economía de una región puede ser de tamaños insospechados y de consecuencias inusitadas, estos gobernantes no pueden jugar ni chancear con temas de esta naturaleza.

Como también es cierto, y que me perdonen los colegas, que los comunicadores no podemos convertirnos en cajas de resonancia de perversos y oscuros intereses farmacéuticos. Fácilmente se nos engatusa con una charla de medio pelo de un funcionario no experto de un organismo de salud y salimos a transmitir una información sesgada con consecuencias traumáticas y arrolladoras para la estabilidad emocional y psicológica de la población. Falta poco para que se presente un desabastecimiento local, regional, nacional y mundial de comestibles y productos de primera necesidad; se gesta silenciosa y rapaz el acaparamiento de alimentos y comestibles, lo que puede llevar a situaciones extremas de orden público.

Mesura e información acertada y veraz. Los más de 1.500 muertos al día por la malaria nadie los toca, a nadie parece importarle. Las organizaciones mundiales de las salud no se pronuncian ni generan conciencia mundial. Las 250 millones de personas que son víctimas, cada año, de la malaria parecen no existir. Voces como la del científico Manuel Elkin Patarroyo nos invitan a la sensatez periodística y a la veracidad informativa.
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