Se llama Verónica Cantero Burroni y estudia en la escuela N 16 de Campana
Por Silvina Premat
"Desde hacía tiempo Tomás tenía guardada una propuesta para Bernardita, pero no se animaba a decírselo de frente", lee la maestra de quinto grado, Carolina Grimat, en "Tomás enamorado". Esto no tendría nada de inusual, si no fuera porque el libro había sido escrito por Verónica Cantero Burroni, una de sus alumnas. Una alumna-escritora.
Verónica Cantero Burroni, de diez años, escribió ése y otros dos cuentos que fueron seleccionados por los docentes de Prácticas del Lenguaje de la escuela Nº 16, de Campana, para integrar la lista de literatura complementaria para los alumnos de cuarto a sexto grado.
Con la guía y estímulo de un amigo de su familia, Verónica escribió una saga -en la que su personaje central, Tomás, tiene un sueño siendo niño, se enamora en la adolescencia y luego forma una familia- que fue publicada en ediciones particulares de baja tirada y financiadas por amigos de su familia, entre 2009 y este año. Su estilo es, según la maestra de Verónica, "muy motivador porque habla pura y exclusivamente de las conductas de un niño y se desarrolla en lugares característicos para ellos. Tiene un vocabulario muy rico y transparente que atrapa".
"Este año no necesité hacer la habitual selección de autores y/o editoriales para el proyecto institucional de literatura complementaria, porque tengo en mi aula a una escritora", dijo la docente. Junto con sus colegas del área de Prácticas del Lenguaje, Grimat integró "El sueño de Tomás", "Tomás enamorado" y "Tomás forma familia", escritos por su alumna, entre títulos de autores consagrados, como Franco Vaccarini y Ulises Cabal.
"Escribir libros es mi sueño de toda la vida", dijo Verónica, cuando le tocó presentar uno de sus libros ante unas 400 personas en el encuentro Integrar-arte del Grupo Esperanza, de Campana, que reúne a adolescentes y jóvenes con capacidades especiales. Verónica lucha desde su nacimiento, igual que Francisco, uno de sus seis hermanitos, contra una parálisis cerebral que le impide la motricidad habitual para su edad y es ayudada en el aula por una asistente del programa de integración que se aplica con éxito en ese centenario establecimiento.
"Pero eso no incide para nada en su aspecto intelectual, es una alumna excelente", dijo la maestra. La directora de la Escuela N 16, Silvia Ulmete, coincide: "Lo que ha logrado es gracias a los docentes que tuvo y tiene, y al serio compromiso de su familia".
Todos sus compañeros de quinto grado leyeron alguno de los tres títulos. "Ella es muy buena amiga, pero no me cuenta lo que está escribiendo. Después nos regalan el libro y es una sorpresa", dijo una de sus amigas, Julieta Senar. "Mi mamá lo leyó todo en las vacaciones", contó, por su parte, Anabel Borchez, también de diez años, a la que le "regustó" cuando Verónica cuenta "que la mamá de Tomás la ayudaba para que no se fuera corriendo a la escuela con el desayuno en la boca".
Al volver de unas vacaciones a las Cataratas del Iguazú, hace cuatro años, Verónica tuvo la idea de escribir sobre los coatíes que conoció allí. "Se lo conté a un amigo y él me propuso escribir", recuerda la pequeña, al referirse al periodista y escritor Alver Metalli. "Había notado en ella una buena expresión verbal; cuando se trataba de contar algo, lo hacía con cierto cuidado, eligiendo las palabras por usar", dijo Metalli, quien desde entonces mantiene una especie de "sociedad creativa" con Verónica. "Conversamos y ella selecciona un episodio, un aspecto que le impactó y que puede transformarse en una historia, que, a medida que transcurre el diálogo, se enriquece de personajes, hechos, nexos. Siempre empieza escribiendo ella y cuando se cansa, le presto los dedos y ella me va contando", explicó Metalli, que edita los escritos de la niña. "Le hace ajustes, pero se ve que el texto es de Verónica, incluso hay algunos errores de coherencia que son propios de la ansiedad de su temperamento", dijo la maestra.
"Para escribir un libro, yo me concentro, pienso y pongo escenas que pasan en mi vida, y así se me ocurren las ideas. Algunas veces saco las ideas de otro libro, por eso es muy bueno leer. Después de todo, arreglo los errores", completa Verónica, y cuenta que está escribiendo cuentos, en los que, ahora, Tomás no es el protagonista.
UNA PASIÓN QUE MOVILIZA A LOS DEMÁS
Para la directora de la Escuela N 16 la experiencia de Verónica Castelo Burroni "enaltece el compromiso de todos y potencia a los demás alumnos". Pero no sólo a sus compañeros. Según Cecilia Burroni, madre de Verónica, su pasión por la escritura moviliza a todos los integrantes de su familia. "A sus hermanos les gusta lo que escribe y quieren ser partícipes de lo que cuenta; además hace que cada uno piense qué es lo que más le gusta hacer o qué le gustaría", dice Cecilia, orgullosa de su hija.