Maya Angelou dijo “he aprendido que las personas olvidarán lo que dijiste y lo que hiciste, pero nunca olvidarán cómo los hiciste sentir”.
Muchos buscamos esto, hacemos cosas buenas, morales y correctas porque queremos dejar un legado positivo de nuestra vida.
Desafortunadamente no todos somos así, algunas personas tienen emociones más egoístas y prefieren vivir sus vidas sin importar cómo esto le afecte a otros. Una de las maneras de llegar a esto es cuando se sucumbe a la codicia.
Su esposo era un hombre que trabajaba muy duro por su dinero y por esto él creía que se lo merecía todo.
Guiándose por sus parámetros morales, él también esperaba que su esposa cumpliera sus deseos después de muerto, en su funeral sin embargo, ella decidió mantener su integridad mientras cumplía su deseo.
Era un hombre que había trabajado toda su vida y había guardado todo su dinero. Era un tacaño cuando se trataba de su dinero, amaba su dinero más que cualquier otra cosa y justo antes de que muriera le dijo a su esposa “escucha, cuando muera quiero que tomes todo mi dinero y lo guardes en el ataúd conmigo. Porque yo me quiero llevar todo mi dinero a la otra vida”.
Él logró que su esposa le hiciera la promesa… hasta que un día él murió.
Él estaba en el ataúd y su esposa estaba sentada, vestida de negro, al lado de su mejor amiga. Cuando terminaron la ceremonia, justo antes de que se cerrara el ataúd, la esposa dijo – ¡Un momento! – ella tenía una caja de zapatos en sus manos, se acercó al ataúd y lo metió allí.
Fuente: difundir.org