El Padre Pedro Opeka viajó a los 22 a Madagascar, uno de los países más pobres de África, y se instaló para siempre. Allí rescató a más de medio millón de personas que vivían de la basura, creó pueblos y colegios y hoy es considerado el “Albañil de Dios”.
Este año, el argentino, fue propuesto como candidato para el Premio Nobel de la Paz. En Argentina muy pocos lo conocen, pero en el mundo circulan más de 10 libros sobre su obra y su trabajo quedó registrado en siete documentales, incluido uno de Jacques Cousteau.
También lo llaman “La Madre Teresa con pantalones”, “Soldado de Dios”, “El Santo de Madagascar” o “El apóstol de la basura”. Al Padre Pedro, a los 22 años, la congregación de San Vicente de Paul le ofreció viajar a Madagascar y no dudó. En ese lugar conoció la miseria: “Cuando llegué a Antananarivo, la capital, vi miles y miles de personas que vivían de uno de los basurales más grandes del mundo. Esa noche no dormí y le pedí a Dios que me de fuerzas para rescatarlos de ahí”, cuenta a Clarín.
Le tomó tiempo ganar la confianza del pueblo y utilizó el fútbol para acercarse a la población y romper con el estigma de ser el único blanco. En 1990, puso la primera piedra en Akamasoa (que significa “Los buenos amigos” en el idioma malgache), un lugar para los pobres. Akamasoa se convirtió en una gran ciudad, con 17 barrios y 25 mil personas; el 60% menores de 15 años.
Hay cinco guarderías, cuatro escuelas, un liceo para mayores y cuatro bibliotecas. En total, 10 mil los escolarizados.
Fuente: www.unoentrerios.com.ar