El Staffordshire Bull Terrier, llamado Chance, desapareció en 2004, informa el diario ‘South Wales Evening Post‘. El perro pertenecía a Sion Cox, residente en la ciudad de Barry, en Gales (Reino Unido), que por aquel entonces tenía 11 años de edad.
Al descubrir que su mascota se había perdido, Sion y su madre, Julie Coombes, empezaron a poner carteles en todas las farolas de su barrio y a llamar a todas las casas de la zona con la esperanza de encontrar a su terrier blanco y negro. Pero a medida que pasaba el tiempo, la familia perdió la esperanza de volver a ver a Chance, que tenía tres años, y compraron otro perro para Sion.
Sin embargo, 10 años más tarde fue encontrado débil y hambriento en un paso subterráneo en el centro de la ciudad de Newport y lo llevaron a una perrera local.
Debido a su avanzada edad y a su estado de salud (el perro estaba sordo, parcialmente ciego y sus patas traseras no eran totalmente funcionales), Chance iba a ser sacrificado, pero por suerte un veterinario lo analizó en busca de la presencia de un microchip de identificación y encontró el aparato, que tenía el nombre y la dirección de Coombes.
Esa misma noche Julie y su hijo fueron a buscar a su mascota a la perrera donde tenían planeado sacrificarlo.
“Fue muy emocionante verlo de nuevo después de 10 años, pero estoy segura de que nos reconoció”, afirma Coombes.
Los médicos de la perrera de Newport advirtieron a los dueños de que el animal se encontraba en un estado lamentable de salud y que deberían preparase para lo peor, pero a pesar de ello, la familia decidió recoger a su mascota lo más rápido posible para cuidarlo y darle la mejor vida posible durante el tiempo que le quede.
Cómo vivió el animal durante los últimos 10 años, desde que desapareció del jardín de Julie y Sion en Barry en mayo de 2004, seguirá siendo un misterio para siempre.
Fuente: diarioecologia.com