Durante muchos años siempre pensamos que todos los problemas de conducta en el perro se debían a la falta de paseo del mismo, hecho este que generaba un estrés que hacia al perro ponerse loco, por decirlo de alguna forma, de aquí que cuando acudíamos a educar a un perro la pregunta era, ¿Usted pasea a su perro?, y de allí nos limitábamos a dar educación tanto al dueño como al perro en pos de este objetivo. Hoy sabemos que los procesos de estrés no necesariamente se generan en este sentido, ya que hay perros que no pasean diariamente y se muestran de lo más equilibrados, en cuanto a otros son paseados diariamente y su comportamiento es motivo de queja de sus propietarios. Si bien entendemos que hoy el principal generador de estrés en los perros es la falta de subordinación de los mismos, y peor aún la falta de jerarquía de sus propietarios, pero bien, mas allá de este concepto más moderno no podemos negar los pingües beneficios del paseo diario que representa en un perro que pasa el resto del día encerrado en un patio, en una casa, o peor en un departamento, para que este paseo sea redituable en ganancias debe cumplimentar dos reglas:
1. Física: el perro debe caminar, correr, saltar, y realizar toda aquella actividad corpórea que lo mantenga en forma y le permita desgastar las energías que acumula en exceso.
2. Psicológica: en este proceso es fundamental que el perro interactué con el medio que lo rodea a través de todos sus sentidos, cuando un perro olfatea un poste que ha sido orinado por otros perros accede a todo tipo de información de estos, sexo, estatus social, problemas que tuviesen, no solo es necesario para él “olfatear” esta información, dejarlo procesarla, y más aún permitirle que deje su impronta, esto para mencionar solo un ejemplo de tantos.
Con estas reglas intento que deje atrás esa escuela que solo se concentra en lo físico, para no ver más a gente que pasea con correas muy cortas donde todo es lucha con su perro y todo lo contrario a lo que a armonía se refiera, cuando lo correcto es a la inversa. Cuando pasee a su perro hágalo con una correa corta (nunca menos de 1.60metros) para los momentos de obediencia y de seguridad, cuando vamos por una vereda, cruzamos la calle, entramos o salimos de casa, pero cuando llegue al parque o a la plaza esta correa debe ser cambiada por una más larga ( 7 u 8 metros) para que su perro tenga la sensación de libertad que le permita no solo desplegarse físicamente, sino, más importante, psicológicamente pero dentro de un ambiente controlado y seguro que prevenga cualquier accidente a los que los perros libres están expuestos. Este hecho hará que cuando vuelva a casa no solo se muestre cansado, sino satisfecho, realizado, y por ende verdaderamente relajado."
Aldo Cecchi
Curso Educador-Adiestrador Canino.
www.aldocecchi.net