Las conductas disociales en niños y adolescentes hacen referencia, en la mayoría de los casos, a los comportamientos siguientes: participación en pelas y discusiones, actitud desafiante ante la autoridad, incumplimiento de normas, agresividad, acoso escolar y robo.
En ocasiones, estas conductas son la manifestación más disruptiva de un problema o enfermedad. Enfermedades médicas y psiquiátricas, problemas psicológicos, de estructura y dinámica familiar y/ del entorno, no resueltas y mantenidas en el tiempo pueden estar en el origen de estas conductas.
¿Qué se considera un problema de conducta infantil?
Los trastornos de conducta (TOD/TC), como manifestación más severa de un problema de conducta, se presentan, en su mayoría, asociados a otros problemas psiquiátricos: Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH); Trastorno del Humor, Trastorno por consumo de sustancias.., con determinadas características psicológicas (baja autoestima, sentimientos de inseguridad y hostilidad al entorno) y en ocasiones, refieren antecedentes de acoso y abuso en su entorno. Por otra parte estilos parentales rígidos, disfunción familiar por diferentes motivos y/o problemas psiquiátricos en familiares pueden asociarse a estas conductas.
En definitiva, se trata de la alteración de un sistema formado por el individuo, el entorno (escuela y sociedad) y la familia. En este sistema es fundamental la vulnerabilidad biológica del individuo y los factores externos que en su mayoría actúan como precipitantes y moduladores del comportamiento del individuo.
Pautas para ayudar ante un problema de conducta infantil
Tanto para su prevención como para el tratamiento es fundamental intervenir desde diferentes ámbitos y con medidas multidisciplinares, como las siguientes:
1. Favorecer la familia como entidad base que sustenta el desarrollo del niño
2. Disposición de soportes socioeconómicos y servicios sociales para favorecer el acceso a la educación, formación e integración social y a la salud.
3. Formación en estilos de educación parental recomendados:
- Establecimiento claro de límites o delimitación las conductas intransigentes (que son la minoría).
- Comunicación abierta a la negociación de lo transigible aunque no lo más deseable por una de las partes (que son la mayoría).
- Consistencia y coherencia en las normas
- Unidad de criterio entre conyugues o responsables del niño.
4. Procurar un entorno social y cultural de respeto a la dignidad humana y actuación coherente ante las conductas que la denigran (violencia, abuso, exclusión,..) sin intereses personales o de otro tipo.
5. Educación basada en los valores de la persona humana, que favorezca la confianza en uno mismo (autoestima) y la aceptación de las diferencias entre individuos (tolerancia a la diversidad)
Dra. Inmaculada Escamilla. Especialista en Psiquiatría Infantil y Adolescente
Fuente: www.hacerfamilia.com