¿El éxito se lo piensa o se lo vive como un logro profesional, social, de efectividad, poseer todo lo deseado, ser popular, ser querido y/o amado, o todo esto junto?
Hace un tiempo atrás, realicé una encuesta que tenía 3 preguntas: 1) ¿Qué significa para vos tener éxito? 2) ¿Qué es ser feliz para vos? y 3) ¿Si no necesitaras el dinero para vivir, seguirías haciendo gratis lo que hacés hoy el resto de tu vida?
Le pedimos al lector que ponga atención a los diferentes verbos utilizados para el éxito (obtener) y la felicidad (dar), porque ambos responden a paradigmas muy diferentes. Según Wikipedia, “la felicidad es una emoción que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada”.
Bajo esta perspectiva, “la felicidad es algo que tenemos que buscar” y por lo tanto depende del éxito que tengamos en alcanzar aquello que deseamos intensamente (dinero, poder, fama, bienes materiales, etc.). En otras palabras, se sustenta en la creencia de que para ser felices, debemos obtener algo “que está afuera de nosotros” para poder completarnos.
Expresiones tales como “voy a ser feliz cuando me case, cuando tenga mi primer hijo, cuando logre el aumento de sueldo, cuando alcance tal posición en el trabajo, cuando pueda realizar tal viaje, comprar mi auto, mi departamento, etc.” ilustran este punto.
Ahora bien, aquí es necesario aclarar un punto importante. No hay nada negativo o malsano en el logro de aquellas metas que nos proponemos (como dice el refrán “la plata no hace la felicidad pero ayuda”).
De hecho, tanto in company como en la escuela, desarrollamos programas (*) que apuntan al desarrollo de competencias tendientes a facilitar el logro de resultados efectivos y sustentables en el tiempo. En esta dimensión, la construcción de relaciones basadas en el compromiso y la confianza serán esenciales para cualquier logro de objetivos que nos propongamos.
Volviendo a la encuesta citada más arriba, a la pregunta de ¿qué sifinifica tener éxito?, las respuestas se repartieron principalmente en las referidas a la dimensión del “hacer” (ver recuadro arriba) apareciendo como objetivos apetecibles el reconocimiento por lo que hago, el logro de una vida próspera en términos económicos y en tercer lugar, la posibilidad de lograr dichos objetivos haciendo aquello que nos apasiona.
Ello sería consistente con la respuesta a la 3ra. pregunta (“si no necesitaras el dinero para vivir …”) en la cual sólo el 35 % seguiría haciendo gratis lo que hace. En síntesis, la ambición por el logro sigue siendo un factor importante en aquello que consideramos como estímulo en nuestras vidas.
Un punto para reflexionar. Tener presente que en la búsqueda del logro y la sastisfacción que esto nos otorga, no ingresemos en una espiral de adicción al “hacer” y sacrifiquemos nuestras relaciones o a nosotros mismos. Como escuché decir a un querido amigo, “no se trata de saber si hay vida DESPUÉS de la muerte, sino preguntarnos si hay vida ANTES de ella”.
Por otra parte, cuando preguntamos “¿Qué es ser feliz?” una amplia mayoría (65 %) responde haber encontrado un sentido a mi vida. Esta búsqueda de sentido (a diferencia del éxito) nos conecta con la dimensión del “Ser” y está directamente ligada a un propósito en nuestra vida, que está movilizada por una intención y no por el deseo. La diferencia está en que la intención es un comportamiento practivo que surge de un impulso interno, mientras que el deseo nos conecta con un impulso a obterner algo externo.
Cuando pregunto a nuestros coachees “¿Cómo te gustaría ser recordado cuando ya no estés?“, las respuestas que obtengo no tienen que ver con la cantidad de dinero acumulado, o cuánto hemos escalado en la pírámide social. Más bien, tienen que ver con la oportunidad de haber vivido una vida alineada a nuestros valores personales y a un proposito trascendente.
Y ello va más allá de los logros que hayamos sido capaces de alcanzar. Fredy Kofman nos dice que “la felicidad no se alcanza persiguiéndola. La manera de alcanzar la felicidad es tener un propósito trascendente, magnánimo (de alma grande)”.
Según nuestra mirada, un propósito trascendente es aquel que conecta nuestros talentos (aquello que nos apasiona y nos resulta fácil hacer) al servicio de los demás. En otras palabras, nos conecta con la dimensión del “dar” y no del “obtener”.
Adicionalmente a lo citado por F. Kofman, quisiéramos agregar que a diferencia de la emocionalidad de la ambición por el logro, lo que nos mueve aquí es la gratitud. ¿Qué es la gratitud? Nuestra capacidad de poder ver la abundancia que ya existe en nuestras vidas (especialmente aquella de la cual no hemos hecho nada para obtenerla), y de la cual no somos totalmente conscientes.
Y desde este plano de conciencia, sería visible para nosotros que no es posible ser plenamente felices, sin que los que nos rodean participen de esa felicidad. En otras palabras, ser conscientes de nuestra interdependencia con los demás para poder conectarnos con nuestra misión personal. El Dalai Lama sostiene que “si no eres capaz de hacer el bien a los demás, al menos no les hagas daño”.
Finalmente, deseamos resaltar que una dimensión (la del éxito) no se opone ni es excluyente de la otra dimensión (la del propósito), sino que pueden complementarse. Como dirían nuestras abuelas, “una mano lava la otra, y las 2 lavan la cara”.
Fuente:
www.escuelarecrearte.com