Algunos padres lo hacen de buena fe, seguros de que el bebé disfruta el zarandeo. Otros, con la intención de contentarlo para que deje de llorar. En cualquier caso, pocos saben que es una práctica peligrosa, catalogada inclusive como una forma de maltrato infantil.
La sacudida brusca ocasiona lesiones en los tejidos frágiles y aún en consolidación. Dentro del cráneo pueden ocurrir desgarros por desaceleración del cerebro que ocasionan sangrados o lesiones directas en el tejido cerebral (contusiones) con consecuencias que dependen del sitio de la lesión y de la extensión. Puede haber secuelas definitivas, incluso la muerte.
En esencia, es un trauma craneoencefálico con lesiones características que dependen de la edad del niño. Entre esas consecuencias están: lesiones cerebrales que se manifiestan con inapetencia, vómito, irritabilidad y somnolencia .
El 20 por ciento de los niños diagnosticados con este síndrome fallece y un 60 por ciento queda con algún tipo de discapacidad. La duración y cantidad del zarandeo determinan el grado de la lesión cerebral.
Se confirma a través de una tomografía o resonancia nuclear magnética. También es necesario un examen oftalmológico que detecta hemorragias en la retina. La hinchazón de la cabeza es otro signo.
Los expertos recomiendan no levantar al niño ni zarandearlo en el aire, pues esto puede ocasionarle una lesión cerebral con consecuencias irreversibles. Si usted observa que alguien sacude al bebé, adviértale de los peligros.
¿Qué lo conduce?
El llanto inconsolable del niño suele ser el motivo que conduce a un adulto, generalmente el cuidador, a sacudirlo violentamente, una sola sacudida le puede producir daño al bebé.
Los más susceptibles son niños que presentan enfermedades crónicas como reflujo gastroesofágico, pues lloran con frecuencia.
Fuente: www.facebook.com