La lucha en pro de la autonomía universitaria se sustentó en una severa crítica a la vida interna de la universidad, en especial, fue un rechazo al anacronismo y autoritarismo con que se conducía la vida académica.
Fue un rechazo a la “castración” a la que se sometía a los universitarios, a quienes se les impedía elegir a sus autoridades. La lucha por la autonomía fue, en realidad, la exigencia de la creación de un “Gobierno Universitario”. La existencia de un “Gobierno Universitario”, electo por profesores y alumnos, es una columna que hoy sostiene la solidez de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Por ello es de fundamental importancia el debate, sobre la urgencia de restablecer el derecho que, en un acto de autoridad, a cientos de universitarios les fue arrebatado en anteriores rectorados, ya que no es posible comprender a la universidad pública sin el pleno ejercicio de su autonomía, lo que implica el derecho a elegir a el director de cada preparatoria, de cada facultad y hasta a el Rector. Implica, en un acto de autoridad, generar la voluntad política para que en cada lugar que exista un coordinador, los maestros y los alumnos elijan a quien debe de ocupar la Dirección académica y administrativa de la institución.
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