"Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro." (Romanos 6:23)
Todos hemos pecado (Quebrantado la ley de Dios); por lo tanto, merecemos el castigo (La muerte, castigo eterno por nuestros pecados). Este castigo tiene que darse absolutamente sobre nosotros a menos que alguien digno se ponga en nuestro lugar para recibir ese castigo.
"Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia; y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen..." (Hebreos 5:7-9)
La salvación se dio justamente porque Cristo se puso en nuestro lugar para recibir el castigo. La ira de Dios se derramó en la Cruz, la muerte de Jesús es completamente diferente a la de un ser humano. El cargaba los pecados y era castigado por nosotros, ¡Ocupó nuestro lugar! y de esa manera como dice Colosenses 2:13-15, anulando el acta de los decretos que había en contra de nosotros.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. (Juan 3:18)
La salvación es para todo aquel que cree, pero es un creer que lleva a la obediencia: "y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen..." (Hebreos 5: 9). No es un simple ¡Yo creo! sino un profundo ¡Yo obedezco! Los que no creen que Jesús es el único que puede salvarlos estan bajo condenación.
Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual pagará a cada uno conforme a sus obras: vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad, pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia; tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego, pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego; porque no hay acepción de personas para con Dios.