Estamos en el siglo XXI, hemos sido provistos de los más grandes avances tecnológicos, jamás pensados hace 100 años, en cuestión de segundos podemos comunicarnos con el otro extremo del planeta, podemos estar localizables las 24 horas del día en cualquier lugar del mundo, el desarrollo tecnológico ha sido brutal, sobre todo en las últimas 2 ó 3 décadas.
Pero detrás de esta supuesta evolución se esconde una involución, cada vez llevamos vidas más vacías, egoístas, con un menor contacto humano que nos han vendido como incremento de calidad de vida cuando en realidad es lo contrario, porque seamos sinceros, con una conexión a internet y una tarjeta de crédito podemos sobrevivir aislados, pero el ser humano está hecho para relacionarse con gente.
La publicidad nos hace consumistas, nos hace desear productos que no necesitamos, tenemos creada una presión social de que nos admirarán como personas exitosas sólo si vivimos en una mansión (aunque no vayamos ni a dormir), seamos dueños de una limusina (aunque sólo vayamos y volvamos del trabajo), debemos tener hijos (aunque tampoco los veamos), y eso lo vamos transmitiendo a las siguientes generaciones, creando mayor presión y una idea equivocada de lo que se debe lograr en la vida.
Los padres educan a sus hijos otorgándoles todo, mimándolos sin contemplaciones, les enseñan que la vida es un cuento de hadas, cuando la vida en realidad es dura, muy dura. Crecimos leyendo cuentos, viendo dibujos animados, pensando que la vida es color de rosa, que el mundo es algo fantástico en el que todo es felicidad, pero pronto la vida nos demuestra que la realidad es otra y que la amistad verdadera no existe, el amor siempre te traiciona y eso nos causa decepción y tristeza. Aquello lo demuestra que las enfermedades del siglo XXI sean las enfermedades mentales tales como la depresión y ansiedad, vistas ya incluso en niños.
Si bien a los hijos hay que darles una vida cómoda en cuanto nos lo permitan nuestras posibilidades, creo que los estamos criando en un mundo de fantasía que no les permitirá saber que la vida es dura, y eso lo aprenderán quizá a base de golpes demasiado fuertes que probablemente algunos no lo resistan.
Por lo que planteo 2 preguntas, ¿a los niños hay que enseñarles desde pequeños que la vida es dura o los seguimos criando con la idea de que dándoles lo mejor piensen que la vida es muy fácil?
¿Lo que poseemos ahora vale la pena por el precio que pagamos?
Recuerdo que las nuevas generaciones quedan con sus amigos por móvil, mientras que nosotros teníamos que bajar las escaleras, caminar hasta la vivienda de nuestro amigo y decirle que baje.
Los chicos de ahora se divierten con videojuegos o play , nosotros nos divertíamos bastante jugando en la calle.
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Fuente: www.burbuja.info