Las injusticias que vive un país por culpa de una dictadura son crímenes que no deberían existir en estos tiempos. La comunidad internacional no interviene en los asuntos de otras naciones, pero tampoco toman en cuenta los sufrimientos que viven las personas de esos paises.
La joven norcoreana Grace Jo tuvo la desdicha de vivir su infancia durante la peor hambruna de la historia de su país. Entre los numerosos intentos por escapar a China, vio morir a su padre y a cuatro hermanos y tuvo un paso por los infernales campos de concentración del régimen de los Kim. Hoy, a los 26 años, vive refugiada en los Estados Unidos y cuenta al mundo su terrible historia
Desde niña, fue adoctrinada para guardar el máximo respeto a los líderes supremos de la dictadura comunista, Kim Il Sung y su sucesor, Kim Jong Il, abuelo y padre del actual gobernador, Kim Jong Un.
“En año nuevo, el Gobierno nos daba una bolsa de dulces y debíamos inclinarnos ante las imágenes tres veces, como aprendí de mi abuela. Tenía que agradecerles, así, por cualquier alimento que recibiera”, relató la joven, en una entrevista para Fox News.
Sin embargo, las graves inundaciones de 1995 y 1996 recrudecieron la situación a niveles extremos. Grace recuerda haber pasado 10 días sin probar alimento, sobreviviendo solo con agua. En ese punto, su madre encontró seis pequeños ratones en un campo, los cuales su abuela cocinó en una sopa para paliar el hambre de la familia.
Cada cierto tiempo, el Gobierno les entregaba una bolsa de papas, pero el hambre persistía. Por ello, pasaron tres veces por la frontera hacia China, pero fueron descubiertos y enviados de regreso. Dos de sus hermanos menores fallecieron y su padre murió torturado por las autoridades. Su crimen fue tratar de ingresar una bolsa de arroz desde el país vecino.
Ella misma también sufrió la represión del régimen, ya que en uno de los viajes fue capturada y enviada a una prisión. “Vi a los agentes torturando a los adultos. Era un lugar espeluznante. Oscuro y sin luces, una pequeña habitación con mucha gente. En la noche, había tantos insectos caminando por las paredes”, relató.
Luego de casi dos décadas de sufrimiento, en 2008, junto con su madre y una hermana, llegaron a los Estados Unidos, amparadas bajo el apoyo del programa de refugiados de la ONU. En 2013 obtuvo la ciudadanía y, actualmente, estudia en una universidad de Maryland. “Casi nos rendimos, pero es un milagro que mi familia haya seguido viviendo”, comentó.
Respecto a la actual tensión entre Washington y Pyongyang, la joven es clara en su postura. “El régimen norcoreano no debería existir más en este mundo. Los Estados Unidos deberían usar la fuerza militar u otra fuerza para detener al régimen, porque está matando a gente inocente en el país”, consideró.
Según explicó, la diplomacia no funciona para el régimen de los Kim. “Si solo conversamos y tratamos de entregarles algo, es como darle un dulce a un niño que llora. Puede aliviar una situación, pero no sirve a largo plazo. Es momento de tomar acciones”, apuntó.
Fuente: www.lapatilla.com