Siempre es importante mantener nuestro organismo sano, tomando medidas que nos ayuden a evitar enfermedades o problemas de salud.
Las botellas de plástico son un dispendio ecológico y, por eso, no es raro querer reaprovecharlas. Pero, ¿te está perjudicando ese uso reiterado de la misma botella? Podría ser.
Existen 3 peligros:
Confusiones
El primer motivo para no rellenar una botella (y eso sirve no solo para las de plástico) es que no hay forma de controlar qué contienen. Una vez abierta, una botella podría haber sido rellenada con líquidos perjudiciales para la salud. Cada año se producen casos de ingestión de lejía, disolvente u otros líquidos que conllevan ingresos hospitalarios.
Microbios
Una botella de plástico abierta puede albergar microorganismos indeseables. Estos microbios pueden introducirlos el mismo consumidor de la botella si bebe a morro, así como el uso de otras personas o el propio ambiente en el que se abra el recipiente. En ese sentido, los microorganismos se adhieren con mucha más facilidad al plástico con residuos de líquido que no a los metales o al vidrio.
Compuestos tóxicos
Por último, la botella de plástico está formada por compuestos tóxicos. Son pequeñas cantidades y no suponen un riesgo para la salud. Sin embargo, cuanto más tiempo haya agua en la botella y más se deteriore el plástico, más fácil será que los componentes tóxicos contaminen el agua.
Así que, si tienes una botella siempre lista para rellenar, tal vez deberías plantearte una taza. O acordarte de cambiarla cada cierto tiempo.
Fuente: www.estovalelapena.com