Las proteínas, llamadas cnidarinas, se encontraron en corales recogidos en las aguas frente a las costas del norte australiano, y los investigadores se fijaron en ellas después de examinar miles de extractos naturales en el acervo biológico del Instituto Nacional del Cáncer.
O’Keefe dijo que la proteína bloquea la infección del VIH “y parece hacerlo de una manera completamente nueva, lo cual es excitante”.
El descubrimiento abre la posibilidad de adaptar esas proteínas para usarlas en gelatinas o lubricantes sexuales que brinden una barrera contra la infección del VIH, el virus que causa el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida).
Koreen Ramesssar, miembro del equipo investigador, señaló que las cnidarinas podrían adecuarse a esos productos, que bloquean la infección sin depender de la disposición del hombre a usar condón, y al mismo tiempo no causan que el virus se torne resistente a otros medicamentos.
Los científicos identificaron y purificaron las proteínas cnidarinas y luego probaron su actividad contra cepas de VIH producidas en el laboratorio.
En su presentación O’Keefe describió como “asombrosamente potente” la capacidad de la proteína para bloquear el VIH en concentraciones de una mil millonésima de gramo, suficiente para impedir que ocurra el primer paso de la transmisión del virus: la penetración del virus en la célula del sistema de inmunidad, conocida como célula T.
Las cnidarinas se enlazan con el virus e impiden que se fusione con la membrana de la célula T, lo cual es muy diferente de lo que se ha visto con otras proteínas, por lo cual los científicos creen que las proteínas cnidarinas tienen un mecanismo de acción único.
El paso siguiente en este estudio es el mejoramiento de los métodos para producir proteínas cnidarinas en grandes cantidades que puedan usarse a fin de identificar posibles efectos secundarios o su actividad contra otros tipos de virus.