Si tu vida está marcada por un estrés que, de momento, te es imposible gestionar, habrás notado que tus digestiones han empeorado. Son más pesadas, dolorosas, o puede que tu metabolismo haya cambiado y que estés empezando a ganar peso o incluso a perderlo.
¿Qué podemos hacer? El estrés altera muchas de nuestras funciones básicas y el impacto de hormonas como el cortisol y la adrenalina también suelen ocasionar problemas a nuestras digestiones. ¿Qué te parece si hoy aprendemos una serie de pautas para mejorarlas? Toma nota, mediante estas sencillas estrategias te sentirás mejor, pero recuerda siempre que lo esencial es afrontar adecuadamente estas situaciones estresantes.
1. Comer menos, más veces al día
Vamos a empezar por limitar las cantidades que ponemos en nuestros platos. De este modo, nos obligaremos a masticar despacio y a salivar, dos procesos esenciales para que los alimentos se digieran mejor. Si aportamos a nuestro estómago cantidades más pequeñas de comida, sintetizaremos óptimamente los nutrientes.
A su vez, compensaremos estas pequeñas cantidades estableciendo 6 momentos al día para comer: el desayuno, un pequeño tentempié, la comida del mediodía, una merienda, la cena y alguna bebida para antes de acostarnos. Ten en cuenta, además, que es importante que no te saltes ninguna comida, en especial tu desayuno o tu cena.
2. No a los alimentos grasos o pesados
Descarta cualquier alimento rico en grasas, harinas refinadas o azúcares. Los procesamos mal, nos inflaman y originan digestiones muy pesadas. En cambio, los vamos a sustituir por adecuados alimentos antiestrés. ¿Quieres algunos sencillos ejemplos? Aquí tienes la dieta de un día cualquiera:
Desayuno: Jugo de melón con pera. Una tortilla con espinacas.
Tentempié: Una manzana verde y 2 nueces.
Almuerzo: Dos tomates frescos con ajitos y aceite de oliva. Una taza de arroz integral con 3 zanahorias al horno con canela. Infusión de diente de león.
Merienda: Jugo fresco de papaya y una tostada pequeña de cebada con miel.
Cena: Salmón al horno rehogado con limón y una sopa de calabaza.
Tentempié para antes de ir a dormir: Leche de almendras con canela.
3. Bebe más líquidos
Ideal si, a partir de ahora, pones en tu bolso una botellita de agua cada vez que salgas de casa. Beber unos 8 vasos de agua al día te ayudará a combatir la retención de líquidos, a combatir el estreñimiento y a mejorar tus digestiones. Si te cuesta un poco beber estos dos litros diarios de agua, añádele un poco de jugo de limón.
4. Termina tus comidas con una infusión digestiva
Infusión de manzanilla: La manzanilla es una excelente antiinflamatoria y antiespasmódica, perfecta para aliviar el dolor de estómago y mejorar nuestras digestiones.
Infusión de diente de león: Es una de las mejores infusiones para ayudarnos a hacer las digestiones después del almuerzo, por ejemplo. Si le añades un poquito de miel, descubrirás lo bien que te sienta cada día y cómo te va ayudando.
Infusión de menta y anís verde: ¡Deliciosa y relajante! Evita los gases, desinflama, favorece la digestión y la absorción de nutrientes y, además, es muy agradable al paladar. Si lo deseas, puedes combinar estas tres infusiones a lo largo de la semana, verás como son parte indispensable de tu dieta para mejorar tus digestiones.
5. Sí al grano entero para mejorar tus digestiones
El pan de grano entero o los cereales de grano entero son los mejores para nuestro sistema digestivo. Son ricos en vitaminas y minerales y perfectos para complementar nuestra dieta en esas épocas en que padecemos estrés. ¿Sabes cuáles son los mejores que puedes tomar? El pan de centeno o el trigo sarraceno. ¡Son deliciosos!
6. Come con calma, relajada
Seguro que te habrá ocurrido en alguna ocasión: Llegas a casa y dispones de poco tiempo para comer, te preparas cualquier cosa y lo consumes muy rápido. Luego, vuelves por la noche con mucha hambre, con ansiedad, así que te preparas una pizza o cualquier otro plato precocinado que te sacie rápidamente.
Es un error. Todo ello favorece las digestiones pesadas, te inflama y origina otros problemas de salud, así que lo mejor es evitarlo. Debes encontrar tiempo para dedicarlo a comer con calma y relajada. Es vital que lo hagas sin prisas y que mastiques despacio, favoreciendo la salivación. Es un tiempo para ti y para tu salud que debes disfrutar.
7. Apaga la televisión, y habla con los tuyos
Establece con tu familia, o incluso tus compañeros de trabajo, un instante de calma y distensión donde comer y disfrutar. Aunque no lo creas, puede ser un momento muy catártico para hablar y liberar el estrés. Habla de lo que has hecho durante el día de un modo distendido, relájate, sonríe, transmite cosas positivas… Intenta disfrutar del instante y de la comida, sin prisas.
Sabemos que no siempre es fácil y que la mayoría de las veces nuestras obligaciones pautan nuestros horarios, pero es esencial que cuides no solo tu alimentación, sino también de los momentos en que te alimentas. Esos que construyen tu calidad de vida. Importante también que gestiones adecuadamente tus fuentes de estrés y establezcas prioridades. Tu salud y tu bienestar siempre serán lo más importante.
Fuente: mejorconsalud.com