Jorge Padula Perkins es un prolífico autor de letras de canciones. Entre ellas, algunas compuestas musicalmente por Carla Pugliese, del género tango.
Allá por el 2012 hizo con esa compositora, dos piezas, que se integraron (en versiones instrumentales) a su producción discográfica “Milonga Sola” (Estudios ION, Buenos Aires).
En ese mismo CD se incluían otras varias creaciones musicales de Carla (si se lo pregunta el lector, hija de Beba y nieta del maestro Osvaldo Pugliese), entre ellas “Un tanguito”.
De personalidad fuerte y creativa, María Carla Novelli Pugliese, formada desde muy pequeña como pianista, decidió justo por ese entonces comenzar a ejecutar el bandoneón. Casi se podría decir que se enamoró del "fueye", al punto que no solo lo tocó en las piezas de ese disco, sino también lo hizo co-protagonista suyo en la estética visual de aquella producción en cuya portada Carla Pugliese y el bandoneón se destacan sobre un fondo negro.
Esas cuestiones, que Padula Perkins apreció estando cerca de Pugliese, más la singular belleza musical del tema, lo llevaron a sentir y escribir unos versos que remiten, precisamente, al vínculo amoroso y apasionado que puede relacionar a un bandoneonista con su instrumento (y también con aquellos que se destacaron en su ejecución).
Así nació esta letra para “Un tanguito”.
Suena y suena el bandoneón
al ritmo del corazón.
Vibra, voz del arrabal,
que hace del tango su dios.
Late el fueye en el compás.
Su alma torna en realidad.
La milonga es su lugar.
Dos por cuatro y tanto más.
Te busca y te enamora,
te sigue a toda hora.
Está en vos.
Y es casi una obsesión
lo que te inspira el bandoneón,
a fuego lento de pasión.
El alma de Piazzolla,
el corazón de Arolas...
latiendo.
Y es pura inspiración
en tu regazo el bandoneón,
sabor a tango y seducción.
Canta y llora el bandoneón,
alegría o desazón.
Tango y barrio en el plural
de presencias o de adiós.
Su sonido singular
trama en tango sin dudar.
Dos por cuatro es su verdad;
sombra y luz para bailar.
Te busca y te enamora,
te sigue a toda hora.
Está en vos.
Y es casi una obsesión
lo que te inspira el bandoneón,
a fuego lento de pasión.
Las manos de Pichuco,
la muñeca de Juárez…
Pulsando.
Y el fueye en su compás
con sus suspiros de canción…
el respirar del bandoneón.
Fuente: archivosdelsur-teatro.blogspot.com