Nos encanta ir con nuestro perro a todos sitios, sin embargo, mientras que hay perros que saben esperar pacientemente a sus propietarios mientras éstos realizan diferentes gestiones (la compra en un supermercado, sacar dinero en un banco, ir a la consulta del médico, etc.), otros no parar de tirar de la correa, ladrar, gemir con desesperación, etc., armando un auténtico espectáculo que deja en evidencia al propietario, estén solos o acompañados de otro miembro de la familia. ¿Qué hacer para solucionar esta conducta?
Puede que tu perro haya aprendido a estar tranquilo en casa cuando se queda solo (si no es así, no dudes en consultar los posts destinados a solucionar la ansiedad por separación), sin embargo, si tienes que dejarlo solo unos instantes mientras vas a hacer alguna gestión en algún establecimiento se arma la de San Quintín. ¿Cómo solucionar esta conducta?
Educa a tu perro a no depender tanto de ti. En este sentido, hay que enseñar al perro a ser más autónomo. Esto se consigue evitando que comparta absolutamente todo con nosotros: sofá, cama, regazo, etc. Tu perro debe tener su sitio, tanto para descansar mientras ves la tele, como dormir cuando tiene que hacerlo por la noche.
Evita cargarlo con asiduidad. Si tienes alguna raza de perro de las denominadas toy, y tiendes a cargar a tu perro constantemente, cambia esta conducta. Absolutamente todos los perros necesitan andar, ¿cargarías acaso con un San Bernardo? ¿Por qué lo haces con un Chihuahua o con un Yorki? Nada de cargar a los perros, siempre deben ir por su propia pata.
Dosifica tu afecto. Sabemos lo que nos gusta acariciar y tener a nuestro lado a nuestro peludo, sin embargo, le hacemos un flaco favor. Si aprendemos a dosificar ese afecto, ayudaremos a que nuestro perro no esté constantemente demandando caricias y queriendo, poco más, que ser tu sombra. Hay que evitar acariciarle, por ejemplo, cuando vas a entrar en alguna tienda y lo dejas solo, o cuando lo vuelves a ver una vez sales del establecimiento. Si está excitado y le acaricias estarás reforzando esa conducta de nerviosismo. Por contra, si llegas e ignoras la conducta ansiosa facilitarás que se relaje para otras veces. Acaricia siempre cuando esté relajado.
Entrena en obediencia básica. No me refiero a que vayas a un adiestrador, sino que tú en casa, en sesiones de no más de 5 minutos al día, entrenes a tu perro dando la pata, a sentarse, tumbarse, acudir a la llamada y, sobre todo, al estarse quieto. Esta es la clave. Tu perro debe aprender a que dada la orden de “quieto” va a saber sentarse en un sitio de forma tranquila y sosegada. Para ello ya debe tener integradas las órdenes de “siéntate y “túmbate”. Una vez las tenga integradas ya puedes enseñarle la orden “quieto”. Empieza en casa, ordenándole sentarse. Una vez sentado, muéstrale la palma de la mano con el brazo estirado mientras dices “quieto” y te vas alejando un poco. Si el perro no se ha movido, recompénsale. Hay que repetir este ejercicio alejándonos cada vez más y recompensándole siempre cuando acate la orden. Incrementa la distancia y el tiempo que esté tumbado a medida que pasen los días de entrenamiento. Es importante que también le utilices la orden de “arriba” o la que elijas para descansar de la posición de quieto. Una vez tenga integrado este truco podrás hacer pequeños entrenamientos en los establecimientos donde vayas.
Agota al perro si es nervioso o un cachorro. Los perros más nerviosos o los cachorros tienen a ser más difíciles a la hora de responder a esta conducta de quieto. No te desesperes. Nada que no solucione una buena tanda de actividad física antes de ir a hacer tus gestiones, de esta forma, parte del nerviosismo lo habrá dejado en el paseo.
Como ves, unas pautas muy sencillas, pero que necesitan de tu tiempo y paciencia, y es que ya sabes, toda recompensa necesita de un esfuerzo previo.
Fuente: perros.facilisimo.com